Introducción: Cuando recordamos el
sacrificio de Jesús en la cruz reflexionamos en su inmenso y poderoso amor. Jesús
soportó el dolor, la humillación, el mal trato, los golpes, las heridas, y sin
duda lo más doloroso para nuestro Señor: cargar con nuestras maldiciones,
pecados y enfermedades en su cuerpo, y experimentar en su naturaleza humana la
muerte.
Todo por amor a nosotros, todo para
que nosotros no vamos a condenación eterna. No sólo debemos agradecer a Jesús
su gran amor, sino su cuidado y el privilegio de seguirlo hoy día...
El poder salvador de Dios.
Veamos en el siguiente
pasaje el poder y el amor de la Trinidad, 1 Pedro 1:1-2 “Pedro, apóstol de
Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia,
Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre, en santificación
del Espíritu, para ser obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo:
Gracia y paz os sean multiplicadas”.
Esta carta es dirigida
a los “expatriados de la dispersión”, es decir a todos los cristianos que
debido a la intensa persecución habían huido de Israel a otras regiones y
países.
Estaban pasando por tiempos difíciles, no sólo por la persecución en su tierra sino por la oposición en las nuevas tierras a donde llegaban. Eran tiempos críticos donde su fe en Jesucristo estaba siendo probada.
Estaban pasando por tiempos difíciles, no sólo por la persecución en su tierra sino por la oposición en las nuevas tierras a donde llegaban. Eran tiempos críticos donde su fe en Jesucristo estaba siendo probada.
Es una carta que
procura alentar a los perseguidos, fortalecer a los debilitados y afirmar en la
fe a los que estaban dudando. El apóstol Pedro en el versículo dos nos revela
la acción de la Trinidad a nuestro favor, somos:
Ø Elegidos por Dios Padre. La
omnisciencia de Dios nos dice que él lo sabe todo, mientras que la presciencia
nos enseña que el Señor sabe todo lo que sucederá sin intervenir en el asunto.
Ø Santificados por el Espíritu Santo.
Textualmente dice: “en santificación del Espíritu” expresión que nos recuerda
el continuo proceso de trasformación
mediante el cual el Espíritu Santo nos lleva a vivir para la voluntad de Dios.
Ø Rociados con la sangre de Jesucristo.
Sin duda hace referencia a la obra de Jesús en la cruz del calvario, su sangre
derramada que nos limpia de todo pecado.
Hoy día tenemos salvación por la fe en
Jesucristo nuestro Señor, perseveramos por la obra del Espíritu Santo y somos
hijo de Dios por la obra poderosa y soberana del Padre celestial. Gracias Señor
por tu amor y misericordia para con nosotros.
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(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria).
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