jueves, 11 de abril de 2019

La incredulidad produce debilidad espiritual

La incredulidad en las promesas de Dios produce debilidad espiritual. Quizá lo que diga la gente pueda ser cierto antes los ojos naturales. Tal vez la realidad ponga en evidencia el fracaso. A lo mejor pueden aparecer profesionales expresando de manera negativa que ya no hay nada que hacer, pero es Jesucristo quien en definitiva tiene la última palabra.

En el caso de Pedro quizá su experiencia le decía: “Aquel hombre es un carpintero, no es pescador, él no sabe de esto”, tal vez sus compañeros le pudieron decir: “sí no pescamos en la noche, mucho menos de día”, etc, pero Pedro creyó en las palabras de Jesús, y esto marcó la diferencia al final.

Tal vez muchos digan: “Tú no puedes hacer esa carrera”, “Tú no puedes tener una casa de esas”, “Tú no puedes llegar a ser un ministro del evangelio” o quizá “Tú no podrás triunfar”; pero no será lo que diga la gente, será como Dios lo ha prometido. Recuerda: “Poderoso es Dios para hacer mucho más de lo que pedimos o entendemos” Efesios 3:20.   

El diablo siempre está lanzando sus semillas de duda y mentira, no dejes que en el terreno de tu corazón él siembre la incredulidad, más bien decide creer las promesas del Señor, alimenta tu fe leyendo la palabra de Dios, y lo que hoy lees como promesas mañana serán realidades en tu vida. Dios es galardonador de aquellos que le buscan y le creen.  

Leamos Lucas 5:5-6 “Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía”.

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Vemos los maravillosos resultados de creer y perseverar en el Señor. Los pescadores (que luego serían discípulos de Jesús) venían desanimados por una faena difícil de trabajo y sin resultado alguno, pero Jesucristo el Señor cambió todas las cosas y ellos lograron una gran bendición donde sólo había fracaso, Jesucristo nuestro Señor tiene el poder de darnos victoria donde antes sólo ha habido fracaso.


Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. 
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