(Sí no puedes ver el tema completo, sólo haz click en el título). Podemos ver aquí un hermoso cuadro: Jacob en su vejez, José su hijo, Efraín y Manasés sus nietos. Vemos entonces tres generaciones, al leer las Escrituras Dios nos enseña que él es Dios de generaciones, por ejemplo a Moisés el Señor dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob”. Entonces el Señor desea que nosotros lo sigamos, y también toda nuestra descendencia...
Génesis 48:9 “Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré”.
La Biblia nos enseña muchas cosas acerca de los hijos, veamos algunas por ejemplo:
a) “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre” (Salmo 127:3).
b) “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas… y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 2:28).
c) “Instruye a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (Proverbios 29:17).
En el pasaje bíblico de hoy, José expresa: “son mis hijos que Dios me ha dado aquí”. Ni siquiera en chiste debemos poner en duda quienes son nuestros hijos, y es importante expresarlo delante de ellos y de otros confirmando esa verdad, pues su identidad es afirmada. José reconoce que sus hijos son un don del cielo, que el Señor se los ha dado y honra a Dios declarándolo. Concluimos entonces que los hijos no son un obstáculo o problema, sino una bendición del Señor, a través de la cual Dios quiere perpetuar su Nombre y poder.
Debemos tener en cuenta que a veces en su proceso de crecimiento y formación, se originan dificultades que demandan la sabiduría del Señor en los padres. Dios nos encomienda instruirlos en el camino de la fe, conducirlos hacía el propósito divino, y para alcanzar esto, definitivamente tenemos que hacer un equipo con el Señor, pues el desafío es muy importante y valioso.
Qué bueno que Dios es Padre, Jesús es Hijo, y el Espíritu Santo está con nosotros para ayudarnos y darnos sabiduría y fuerza para salir adelante.
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Vemos también que Jacob como patriarca y líder de la familia, impone sobre Efraín y Manasés sus manos y declara con su boca palabra para bendecirlos, declara palabras de prosperidad, de multiplicación, crecimiento y devoción al Señor. Esto debemos hacerlo con nuestros hijos, orar por ellos, ministrarlos y declarar palabras de bendición sobre sus vidas, pues los padres tienen la autoridad de parte del Señor, sobre sus hijos para hacerlo. Si en tiempo pasado hubo palabras de maldición o fracaso sobre los hijos, pues ahora en Jesucristo el Señor es el tiempo de cancelar esas palabras ociosas y declarar palabras de bendición y victoria sobre cada uno de ellos.
Conclusión: El Señor diseñó la familia, el matrimonio y la continuación de la vida a través de los hijos. Son éstos para nosotros un regalo del cielo, que debemos proteger y formar con responsabilidad ante los ojos del Señor, animándolos y conduciéndolos al propósito divino, conscientes de que somos un modelo de vida para éstos.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria para Web Recursos cristianos. Autorizado para ser publicado en Mensajes y sermones para predicar - Bendición para tus generaciones -
Salmo 78:1-7 Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca en parábolas; hablaré cosas escondidas desde la antigüedad; las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron. No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su fortaleza, y las maravillas que hizo. Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel; la cual mandó a nuestros padres que la enseñasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán, lo cuenten a sus hijos; a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios, sino que guarden sus mandamientos".
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