Introducción: Con frecuencia ante las dificultades el
enemigo lanza sus dardos de fuego, queriendo sembrar duda e incredulidad para
que el cristiano no persevere, de igual manera procura hacer que el creyente
vea los problemas más grandes de lo que en realidad son y así generar miedo.
Ante estas situaciones debemos afirmarnos en el Señor,
pues él nos ha prometido la victoria, y ante el
poder de Dios las tinieblas retroceden.
Nuestras
acciones activan respuestas divinas, Marcos 1:9-10
“Aconteció en aquellos días, que
Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y
luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma
que descendía sobre él”.
El Señor Jesús para aquel momento
tiene treinta años de edad, era el tiempo de comenzar su ministerio, pero antes
debe seguir las instrucciones de Dios Padre. En primer lugar debe el Señor
bautizarse en el río Jordán. No debemos apresurarnos a hacer las cosas según
nuestra manera de pensar, es fundamental seguir la dirección y los tiempos de
Dios.
Quien estaba bautizando allí era Juan
el bautista, y el Señor Jesús aunque es Dios, en su condición humana se sometió
a quien Dios Padre había delegado.
Esto nos recuerda que la sujeción es
una condición necesaria para avanzar hacia aquel destino que Dios nos ha
preparado; en contraste la rebelión hace fracasar al que Dios ha llamado.
Es muy importante destacar que cuando
Jesús subió del agua los cielos se abrieron, esto es sinónimo de aprobación,
bendición, provisión del cielo, etc, en este caso en especial nos dice la
Escritura que descendió el Espíritu Santo sobre él.
Es decir en aquel momento el Señor
Jesús fue ungido por Dios Padre y revestido de poder para desarrollar un
ministerio sobrenatural.
La batalla espiritual en la región de
Galilea sería muy fuerte pues allí gobernaba la sombre de la muerte (Mateo 4:16
“El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de
sombra de muerte, luz les resplandeció”) y la confrontación en Jerusalén sería
recia y constante. Por todo esto el Señor requería la unción de Dios.
Esto nos recuerda que hemos sido
revestidos del poder de Dios por el Espíritu Santo para luchar y vencer, para
avanzar y hacer retroceder las obras de las tinieblas, y tener presente que no
sólo debemos tener buenas intenciones, sino que debemos revestirnos de la
unción del Señor.
Además de este artículo, te invitamos a leer otros que bendecirán tu
vida:
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario