lunes, 1 de abril de 2019

Nuestra acciones activan respuestas de Dios

Introducción: Con frecuencia ante las dificultades el enemigo lanza sus dardos de fuego, queriendo sembrar duda e incredulidad para que el cristiano no persevere, de igual manera procura hacer que el creyente vea los problemas más grandes de lo que en realidad son y así generar miedo.

Ante estas situaciones debemos afirmarnos en el Señor, pues él nos ha prometido la victoria, y ante el poder de Dios las tinieblas retroceden.




Nuestras acciones activan respuestas divinas, Marcos 1:9-10    

“Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él”.

El Señor Jesús para aquel momento tiene treinta años de edad, era el tiempo de comenzar su ministerio, pero antes debe seguir las instrucciones de Dios Padre. En primer lugar debe el Señor bautizarse en el río Jordán. No debemos apresurarnos a hacer las cosas según nuestra manera de pensar, es fundamental seguir la dirección y los tiempos de Dios.    

Quien estaba bautizando allí era Juan el bautista, y el Señor Jesús aunque es Dios, en su condición humana se sometió a quien Dios Padre había delegado.

Esto nos recuerda que la sujeción es una condición necesaria para avanzar hacia aquel destino que Dios nos ha preparado; en contraste la rebelión hace fracasar al que Dios ha llamado.     

Es muy importante destacar que cuando Jesús subió del agua los cielos se abrieron, esto es sinónimo de aprobación, bendición, provisión del cielo, etc, en este caso en especial nos dice la Escritura que descendió el Espíritu Santo sobre él.    

Es decir en aquel momento el Señor Jesús fue ungido por Dios Padre y revestido de poder para desarrollar un ministerio sobrenatural.




La batalla espiritual en la región de Galilea sería muy fuerte pues allí gobernaba la sombre de la muerte (Mateo 4:16 “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció”) y la confrontación en Jerusalén sería recia y constante. Por todo esto el Señor requería la unción de Dios. 

Esto nos recuerda que hemos sido revestidos del poder de Dios por el Espíritu Santo para luchar y vencer, para avanzar y hacer retroceder las obras de las tinieblas, y tener presente que no sólo debemos tener buenas intenciones, sino que debemos revestirnos de la unción del Señor.


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Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. 
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