El mensaje a la iglesia de Sardis es un mensaje para la iglesia de hoy, es un mensaje para cada uno de nosotros como hijos de Dios.
a) Cristo destaca el papel del Espíritu Santo en la iglesia. Apocalipsis 3:1.
“Escribe al ángel de la
iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete
estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y
estas muerto”.
Sardis era una ciudad rodeada por altas rocas por tres lados y por eso
se consideraba impenetrable, por lo que sus habitantes se sentían muy seguros y
por eso se confiaban, y en dos ocasiones fueron conquistados porque los
guardias se dormían (es interesante ver que prácticamente fue lo mismo que le
pasó a la iglesia, se confiaron y la muerte vino sobre ellos).
Sardis fue famosa por su industria de lana y tintorería. Ciudad
prospera. Tenía un templo a Cibeles (diosa de la fertilidad), conocida también
como Artemisa o Diana. Considerada por los griegos “la madre de los dioses, la
salvadora que escucha las oraciones”. Actualmente de Sardis sólo quedan
escombros.
A la iglesia de Sardis el Señor Jesucristo se manifiesta como el que
tiene los siete espíritus de Dios (esta expresión hace referencia a la plenitud
del poder del Espíritu Santo), además Cristo es quien tiene las siete estrellas
(símbolo de los siete pastores de aquellas siete iglesias).
Jesús, como aquel que todo lo conoce, revela la verdadera condición de
la iglesia: “tienes nombre de que vives, y estas muerto”. La muerte espiritual
había venido sobre la iglesia, celebraba reuniones que eran sólo rituales
religiosos y rutinarios.
El frio de la muerte espiritual gobernaba la iglesia, la adoración y la
alabanza no tenían vida, los sermones eran secos y fríos, la oración era un
rezo repetitivo, sin fuerza, sin pasión por Dios, y el servicio al Señor era un
simple formalismo.
b) Jesús instruye a la iglesia para superar la muerte espiritual. Apocalipsis
3:2-3.
“Sé vigilante, y afirma las otras
cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de
Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído, y guárdalo, y arrepiéntete.
Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré
sobre ti”.
“Sé vigilante” es decir “observa con
cuidado, mira atentamente, y cuida lo que está por morir”. La iglesia no estaba
muerta completamente, pero si no reaccionaba y hacia correctivos en su vida
llegaría a morir totalmente. El Señor había evaluado a la iglesia y había
hallado que sus obras no eran perfectas delante de Dios,
En el versículo tres el Señor Jesús
le dice a la iglesia que debe “recordar lo que había recibido y guardarlo”
(precisamente la iglesia es columna y baluarte de la verdad, es templo de Dios
y morada del Espíritu Santo, a través de ella fluye la vida de Dios en Cristo),
es decir debía reflexionar en aquellas bendiciones y privilegios que Dios les
había entregado, y debía preservarlos y continuar en ello.
Dice el Señor además: “arrepiéntete”.
No sólo se debían reconocer las fallas, errores y pecados, sino que era vital
el arrepentimiento. De lo contrario el mismo Señor vendría sobre la iglesia
cuando ésta menos lo pensara; por supuesto sería una visitación para traer
disciplina sobre su iglesia.
El Señor Jesús reconoce y exalta a
unos pocos cristianos de Sardis por su fidelidad e integridad, Apocalipsis 3:4
“Pero tienes unas pocas personas en Sardis
que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas,
porque son dignas”.
Es lamentable ver que sólo había en
aquella iglesia unos cuantos rectos delante de Dios, sólo eran unos cuantos los
verdaderos adoradores, sólo unos cuantos no habían manchado sus vestiduras,
sólo unos cuantos mantenían la pasión por la presencia de Dios y por el
Espíritu Santo.
c) Hay recompensa y bendición para el
que se arrepiente. Apocalipsis 3:5-6.
“El que venciere será vestido de
vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su
nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga
lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Al que venciere se le vestirá de
vestiduras blancas, esto nos recuerda el vestido sacerdotal para aquel que
tiene el privilegio de servir en la presencia de Dios, y por tanto receptor de
todas las bendiciones que esto implica.
Además nos dice el versículo cinco en
la segunda parte que “no borraré su nombre del libro de la vida”. Este punto ha
sido de mucha discusión respecto a la salvación, pues algunas interpretaciones
enseñan que una vez el nombre de una persona es inscrito en el libro de la vida
nunca más se puede borrar, otros incluso dicen que los nombres están inscritos
desde antes de la fundación del mundo, etc.
Sin embargo la Biblia nos enseña que
el nombre que se inscribe en el libro de la vida, y que por tanto le concede
ciudadanía celestial, es el de aquella
persona que se arrepiente y nace de nuevo en Cristo, y si Jesús promete aquí no
borrar el nombre del vencedor, es porque no hacerlo es parte de la recompensa
para el que supera sus obstáculos.
La otra recompensa para el vencedor
es que el mismo Señor Jesucristo confesará su nombre ante la asamblea
celestial, teniendo como testigos al Padre celestial y a los millones y
millones de ángeles.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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