lunes, 16 de septiembre de 2019

Limpia tu casa y serás bendecido

Introducción: Desde el Antiguo Testamento el Señor ha establecido lugares donde como pueblo de Dios debemos reunirnos para adorar y estudiar su palabra. El mismo Señor Jesús iba a la sinagoga todos los días de reposo como era su costumbre. De igual manera la iglesia neo testamentaria se reunía con frecuencia para adorar a Dios, por eso dice la Escritura “No dejando de congregarse como algunos tiene por costumbre”... 

Además de esta verdad, Dios mismo nos ha hecho templo del Espíritu Santo, somos casa de Dios y debemos cuidar ese privilegio. Acerca de esta poderosa revelación la palabra de Dios nos enseña aquellas cosas que debemos evitar para no perder su presencia. David mismo dijo: “No me eches de tu presencia, no quites de mi tu Santo Espíritu”.

Limpia tu casa y serás bendecido. 

1) Dios mandó construir un santuario para él. Éxodo 25:8.

Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”.

Es muy importante tener en cuenta que somos casa de Dios, somos templo del Espíritu Santo. De manera que debemos tener clara la razón por la cual existió el tabernáculo y el templo en Jerusalén, pues así será más fácil comprender nuestra razón de vida y existencia hoy día. 

Cuando Dios mandó a Moisés a construir el tabernáculo en el desierto le dijo: “Harán un santuario para mí”. La palabra “santuario” aquí se traduce del término hebreo “miquedash” que además quiere decir: Lugar consagrado.    

Dios dijo: “santuario para mí”, aquel lugar sería morada para la presencia de Dios, sería su casa en la tierra, allí el Señor le hablaría a Moisés, allí manifestaría su voluntad (su palabra) y su gloria se dejaría ver.     

Además dijo el Señor: “y habitaré en medio de ellos”. Ha sido el plan y deseo de Dios habitar en medio del hombre, él desea ser el centro y razón de nuestra vida. No quiso sólo habitar en su trono celestial, planeó establecer su presencia en medio de los hombres.    

Luego de establecerse el pueblo hebreo en Jerusalén se construye allí un hermoso santuario a través del rey Salomón, y aquel templo para Dios se convierte en el centro de Israel y de las naciones alrededor. Venían a orar, a adorar y a tener su encuentro con el Señor. 

Lamentablemente con el tiempo la nación cayó en la rutina religiosa, el encuentro con Dios se llenó de formalismos vacíos, y la presencia de Dios poco a poco fue menguando. Es esto lo que sigue pasando hoy, cuando descuidamos nuestro primer amor hacia Jesucristo el Señor, cuando no nos importa menospreciar y apagar la obra y persona del Espíritu Santo. 

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 2) En dos ocasiones Jesús limpió el templo de Jerusalén.   

Juan 2:13-17. Esta primera purificación ocurre al comienzo del ministerio del Señor Jesús. Para la fiesta de la pascua venían judíos y prosélitos de lugares muy distantes y de otros países. Por eso la venta de animales y los cambistas, pues era necesario cambiar monedas extranjeras por las locales para comprar allí.  

y subió Jesús a Jerusalén. Y halló en el templo a los que vendían bueyes y ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y desparramó el dinero de los cambistas, y trastornó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado” Juan 2:13-16.

Cuando Jesús llega al templo ve que están haciendo estas cosas pero en el templo del Señor (no lo estaban haciendo en el lugar indicado, y esto demostraba que le estaban dando más valor e importancia al negocio que a la presencia de Dios).

Entonces el Señor Jesús impulsado por el celo de Dios hace un azote de cuerdas y expulsó del templo a los vendedores y a los cambistas. Indignado dijo: “Quitad esto de aquí, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”.

Quizá algunos sacerdotes o escribas no veían aquellas ventas en el templo de manera correcta, y hasta habrán levantado su voz en contra, pero la mayoría del sacerdocio y las autoridades religiosas aprobaban estas prácticas, tal vez algunos justificándose expresaban buenos sentimientos (quizá decían: “debemos atender a los extranjeros bien y facilitarles las cosas” o “no hay nada malo en estas hermosas palomas y ovejas aquí”); pero Jesús condenó lo que estaban haciendo.

A veces permitimos en nuestra casa (es decir cuando somos los responsables de la casa) cosas y prácticas que Dios aborrece. Aquí nos habla de mercado, esto es figura o representa los negocios ilegales, representa aquella ambición desmedida por el dinero, anhelo por prosperar materialmente aunque esto signifique descuidar o perder la presencia de Dios.     

En otras ocasiones permitimos en casa, siendo la autoridad allí, cosas que a Dios le desagradan, por ejemplo: fiestas y licor, hijos que se quedan con su novia en el cuarto hasta el otro día, armas, drogas, etc.  

Mateo 21:12-14. En esta segunda ocasión Jesús está terminando su ministerio en ésta tierra. Después de expulsar a los vendedores y cambistas nuevamente dijo: “Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.

El hecho de que sea la segunda vez nos permite ver la dureza, terquedad y obstinación del corazón humano, a pesar de haber sido corregidos antes, vuelven a hacer lo mismo. Reflejo, sin duda, de nosotros y de nuestras rebeliones.

La expresión “Mi casa, casa de oración será llamada, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” nos permite reflexionar en nuestra casa. A veces en casa acogemos o guardamos cosas que debemos más bien expulsar como Jesús lo hizo.

Hablamos de cosas robadas, por ejemplo, de las cuales incluso a veces nos jactamos porque “las conseguimos baratas”. Pero esto le da autoridad a las tinieblas para afectar la economía de aquella casa. A veces guardamos en casa objetos que han sido consagrados a la brujería o al ocultismo, etc.     

Somos nosotros templo de Dios, somos casa del Señor, somos templo del Espíritu Santo, y por eso el Señor nos dice que debemos ser casa de oración, casa de adoración. Nos ha sido dado este cuerpo por templo del Dios vivo, no es nuestro, es de Dios y por eso dice el Señor: “glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1 Corintios 6:20.

Así como el Señor Jesús purificó o limpió el templo en aquel entonces, debemos nosotros también limpiar nuestro templo. Recordemos que el apóstol Pablo dijo: “limpiémonos de toda clase de contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” 2 Corintios 7:1.

A veces permitimos en el templo, el cual somos nosotros, cosas que no deben estar allí; rencores, odios, deseos de venganza, pasiones desordenadas, inmoralidad sexual, codicia, robo, murmuración y calumnias, mentiras, resentimientos hacia el esposo(a), desobediencia a la autoridad, etc; y esto debe ser expulsado de nosotros, pues estorba la presencia de Dios.

El versículo catorce nos dice que después de aquella limpieza “vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó”, es decir limpiar nuestra casa o templo hará que el poder de Dios fluya con libertad.  

3) Cuando el tabernáculo y el templo se consagraron a Dios su presencia llenó la casa.

Según Éxodo 40 cuando Moisés consagró el templo a Dios la nube del Señor llenó la casa (la nube representa la presencia del Señor) y la gloria de Dios llenaba de tal manera el templo que ni Moisés podía entrar. Recordemos que en el Nuevo Testamento Dios dice: “No os embriaguéis con vino, más bien sed llenos del Espíritu Santo”.    

Leamos 2 Crónicas 7:1Y cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego del cielo y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa”.

En el capítulo anterior (seis) se nos dice que Salomón consagra o presenta el templo a Dios, y ahora se nos dice que cuando Salomón termina la oración “descendió fuego de los cielos”. Uno de los símbolos del Espíritu Santo en la Biblia es el fuego.

Por eso cuando Cristo ascendió al cielo y su sacrificio fue aprobado, del cielo vino sobre los ciento veinte el Espíritu Santo y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos, y fueron todos llenos del Espíritu Santo.

En el Antiguo Testamento tanto el tabernáculo como el templo fueron llenos de la gloria de Dios, y nos revela esto que el objetivo del Señor al hacernos templo suyo es llenarnos de su presencia y de su gloria.         

4) La presencia de Dios en la casa traerá múltiples bendiciones. 2 Samuel 6:10-12.

Así que David no quiso traer a sí el arca de Jehová a la ciudad de David; más la llevó David a casa de Obed-edom geteo. Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa. Y fue dado aviso al rey David, diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom, y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y trajo con alegría el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David”.

Los versículos anteriores a este pasaje nos enseñan que David procura llevar el arca de Dios (símbolo de la presencia divina) a Jerusalén. La llevaban sobre un carro nuevo y Uza y Ahío guiaban el carro, pero de pronto los bueyes tropezaron y Uza extendió su mano para sostenerla, pero el furor de Jehová se encendió y Uza fue herido por Dios y cayó muerto.  

Ante lo sucedido David temió y decidió entonces dejar el arca de Dios en casa de Obed-edom geteo. ¿Por qué Uza murió? Cuando hacemos las cosas, aunque sea con buenas intenciones, pero no se hacen según el modelo de Dios nunca saldrán bien.    

El arca debía ser llevada por la familia de Coat (los coatitas eran los únicos designados por el Señor para trasladar el arca de Dios), y no por la familia de Abinadab (padre de Uza y Ahío) y antes de trasladarla tenían que ser santificados o purificados.   

También Dios había instruido a su pueblo para que llevara el tabernáculo sobre sus hombros y no sobre carros, éste era un modelo filisteo y no de Dios. Llevar las cosas santas, servir a Dios es un privilegio y también una responsabilidad (eso es llevar sobre los hombros). 

Entonces el arca de Dios se queda finalmente en casa de Obed-edom geteo, es muy interesante ver lo que el nombre “Obed” quiere decir: servidor, adorador; probablemente era un levita que vivía cerca de Jerusalén. Y esto nos habla de su corazón, era un hombre que servía y adoraba a Dios, fue para él, sin duda, un privilegio tener el arca de Dios en su casa.  

Recordemos que el arca de Dios es símbolo de la presencia divina, y cuando la presencia de Dios viene sobre una persona, casa o templo, aquel lugar es bendecido en todas las áreas. Veamos por ejemplo el caso de Obed-edom, en su casa estuvo el arca de Dios tres meses y fue bendecido poderosamente, nos dice la Escritura que:

Dios lo bendijo a él y a toda su casa. El Señor bendijo a Obed-edom, a su esposa y a sus hijos.  Esto es algo que todos deseamos y lo hace la presencia de Dios.

Personas vinieron a David y le dijeron: “Dios ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios”. Fueron bendiciones notorias las que estas personas vieron en la casa y patrimonio de Obed-edom (sus ganados, cosechas, negocios, etc), tanto que dijeron “David te estás perdiendo estas bendiciones y debemos traerlas a Jerusalén”.   

Lo más importante no son las bendiciones, sino la presencia de Aquel que bendice. Si procuras primero la presencia de Dios, si limpias la casa o templo él traerá mayores niveles de su presencia y todo, todo será diferente. 


Conclusión: Es necesario tomarnos el tiempo y permitir al Espíritu Santo su dirección para despojarnos de aquellas cosas que están impidiendo la bendición, identifica los obstáculos que están deteniendo y estancando las bendiciones de Dios. Es decir, aquellas cosas que no permiten la presencia de Dios fluir con mayor fuerza en tu casa, en tu templo.   


Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. 
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