Veamos el caso de la iglesia de Laodicea, una iglesia corregida por el poder y el amor de Dios para derrotar la tibieza espiritual y volver al fuego del amor por el Señor...
a) La revelación de Cristo a la iglesia de Laodicea. Apocalipsis 3:14.
La ciudad de Laodicea era
un centro bancario, tenía una industria textil prospera (se destacaba la lana
negra). Tenía varios teatros, gimnasio, termales y una gran estadio. Era la
sede de una prestigiosa escuela de medicina, famosa porque allí se preparaba
una pomada para el tratamiento de los ojos.
El Señor Jesucristo se
revela a esta iglesia como: “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio
de la creación”. Es decir el que sustenta todas las cosas, el que es la verdad
y no miente al hablar, Señor, dueño y Creador de todas las cosas. En él no hay
cambio ni sombra de variación, es genuino, verdadero y sin mentira alguna.
b) La condición de la iglesia. Apocalipsis 3:15-17.
El Señor Jesús destaca la tibieza
espiritual de la iglesia de Laodicea. Haciendo referencia al adormecimiento
espiritual, a la pérdida de la pasión por Dios, se había apagado el fuego del
Espíritu Santo en la congregación. No había búsqueda de la presencia de Dios.
La frase: “por cuanto eres tibio, te
vomitaré de mi boca”. Para los miembros
de la iglesia de Laodicea era fácil entender esta expresión, pues las aguas
calientes de los termales eran traídas a la ciudad por tuberías y en su
transcurso se volvían aguas tibias y quien tomaba de aquella agua experimentaba
náuseas y deseos de vomitar.
Dios no quiere que su iglesia caiga
en la tibieza espiritual, Dios no quiere que su iglesia camine a medias, espera
y desea de su pueblo un compromiso real y genuino con él.
Como podemos ver en Apocalipsis 3:17 ellos se justificaban
a sí mismos, y cuando el Espíritu Santo los redargüía no aceptaban esa labor de
convencimiento del Espíritu, más bien sacaban sus propias conclusiones y decían
estar “muy bien con Dios”.
Pero ante los ojos del Señor estaban
en una condición muy diferente, por eso el Señor les dice: “desventurados,
miserables, pobres, ciegos y desnudos”. Su orgullo y autosuficiencia no les
permitir ver su condición real.
Es decir estaban viviendo en medio de
la angustia; en ruina espiritual (aunque la ciudad era rica); y aunque era la
ciudad donde fabricaban el famoso colirio para los ojos estaban ciegos, es
decir sin discernimiento espiritual; estaban sin cobertura de Dios, aunque allí
hacían los famosos tejidos de lana negra y textiles en algodón.
c) Las instrucciones de Jesús a la
iglesia. Apocalipsis 3:18-20.
Las palabras del Señor Jesús están
expresadas de manera que su iglesia comprende fácilmente lo que el Señor les
quiere decir:
“De mí compra oro refinado en fuego”.
Era una ciudad prospera y rica, pero el Señor les dice de nada sirve eso, más
bien sé rico en oro refinado en mi fuego, es decir adquiere sabiduría, fruto, carácter,
dones y bendiciones de Dios refinadas en las pruebas de la vida y en la
obediencia al Señor.
“Vestiduras blancas para vestirte”
ellos seguramente vestían muy bien, pues allí mismo adquirían las mejores telas
y lanas, pero estaban desnudos, es decir, no estaban vestidos de la justica que
sólo en Cristo el ser humano puede adquirir.
“Unge tus ojos con colirio para que
veas”. El discernimiento espiritual es activado por el Espíritu Santo, es él
quien convence y redarguye para corregirnos de lo que está mal. “Unge tus ojos”
la unción es la que viene del Espíritu Santo y nos permite ver o discernir el
camino a seguir.
Probablemente algunos en la iglesia
de Laodicea pensarían: “¿Dónde se consiguen esos elementos? ¿Cuál es su valor?”
pero la respuesta de Dios es “arrepiéntete, y por la gracia de Dios en Cristo
te serán dados”.
El versículo veinte nos muestra una
escena vergonzosa, pues mientras la iglesia está dentro del lugar de reunión
“alabando a Dios” Jesús está afuera procurando entrar, pero hay tanto “ruido y
actividad” adentro que difícilmente se escucha su voz.
Cuando somos orgullosos y
autosuficientes y no reconocemos nuestra necesidad de Dios nos perdemos la
verdadera comunión con el Señor, nos perdemos las bendiciones de su
presencia.
d) Bendiciones para el vencedor. Apocalipsis 3:21-22.
Aquel cristiano que logra vencer su
propio orgullo para someterse a Dios, para aceptar su verdadera condición y
decide humillarse delante del Señor y restaura su comunión genuina, real y
apasionada por Dios recibirá el honor de sentarse en el trono con Jesús.
Esto nos habla de los privilegios de
gobernar con Cristo, de experimentar y disfrutar de nuevos niveles de
autoridad. Es interesante ver aquí que es el corazón humilde el que realmente
está preparado para gobernar, pues el corazón orgulloso y autosuficiente le
quitará la gloria a Dios.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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gracias hermano que Dios le bendiga el tema es de mucha bendición
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