Predica: Cristo venció el imperio de la muerte |
La muerte ha sido un imperio que por milenios ha gobernado la tierra, su líder es es diablo y su poder es el pecado, pero Cristo vino a darnos vida y vida en abundancia, Jesús vino a deshacer las obras del diablo.
La victoria de Jesús sobre la muerte fue confirmada en su resurrección y por eso nosotros también caminamos en victoria. Veamos ahora el significado de la victoria de Jesús sobre el imperio de la muerte:
Hebreos 2:14 “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”.
1) En primer lugar este pasaje nos enseña que Cristo participó como nosotros, de carne y sangre, es
decir, él tomó un cuerpo como el nuestro, vivió como uno de nosotros y venció
por medio de la muerte al diablo.
Nadie antes había resucitado para
vida eterna, pues los casos de resurrección en el Antiguo Testamento fueron de
personas que volvieron a morir (incluso las resurrecciones que Jesús realizó en
los evangelios), como por ejemplo la resurrección del hijo de la viuda de
Sarepta a través del ministerio del profeta Elías, y la resurrección de Lázaro.
2) En segundo lugar es muy interesante recordar aquí, que la
Biblia nos dice que el arcángel Miguel batallaba contra el diablo, disputando
por el cuerpo de Moisés, cuerpo que fue enterrado por Dios mismo en un lugar
que nadie conoce hasta hoy.
Creo que cuando Jesucristo fue a resucitar
Hades y Muerte seguramente habrán intentado impedir la resurrección, pero el
Padre celestial le había prometido al Hijo resucitarlo, pues él le dijo: “No
dejaré tu alma en el hades, ni tu cuerpo verá corrupción” (Salmo 16:9-10 y Hechos 2:27).
El poder del Padre celestial fue de
tal magnitud sobre su Hijo Jesucristo que ningún poder de las tinieblas pudo
oponerse, cuando Cristo resucita sale derrotando el poder del Hades y de la
muerte, y toma también las llaves de aquellos lugares. Cristo es nuestra fortaleza y ayuda
3) En tercer lugar Hebreos 2:14 nos enseña que Cristo
destruyó al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo. La
palabra “imperio” aquí se traduce del término griego “kratos” que además
significa: poder, fuerza, dominio.
Entonces Dios creó al hombre y le
entregó el dominio de la tierra, pero
cuando éste pecó en el Edén, le pasó aquel dominio al diablo, quien estableció
en la tierra el imperio de la muerte.
Así como un hombre de carne y sangre
(Adán) entregó al diablo el dominio, era necesario que otro de carne y sangre
rescatará ese dominio o poder, por eso Jesús participó de carne y sangre como
nosotros, pero él no cometió pecado.
Entonces, si la paga del pecado es la
muerte ¿por qué murió? Porque Jesús se hizo pecado, él tomo nuestros pecados y
los llevó en la cruz, y allí en una horrible muerte entregó su espíritu.
El imperio de la muerte no esperaba
su resurrección, pero al tercer día el Todopoderoso, su Padre celestial lo
levantó de los muertos y Jesús se convirtió en dador de vida eterna, y por eso
dice la Escritura:
“Todo aquel que en él cree, no se
perderá, sino que tendrá vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:15-16.
4) En cuarto lugar debemos recordar aquí que Dios instruyó a su
pueblo en Egipto para que aplicará la sangre del sacrificio del cordero en sus
puertas por familias, y así el que destruía a los hijos primogénitos no
entraría a tocar aquella familia.
Así como en el Antiguo Testamento las
familias fueron libradas por la sangre del cordero, hoy somos librados de la
muerte por la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo:
Jesucristo nuestro Señor. Gracias amado Dios por tu bondad y amor.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria A.
"Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados" Isaías 40:1-2.
"Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados" Isaías 40:1-2.
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