lunes, 13 de enero de 2020

Desecha el miedo, Dios te defiende

Desecha el miedo, Dios te defiende
(Desecha el miedo, Dios es tu escudo). Introducción: Cuando enfrentamos un desafío o estamos frente a una zona o tiempo de adversidad, el miedo puede surgir con fuerza, es allí donde debemos ir a Cristo y fortalecernos en su poder.

Los hombres de Dios en la Biblia aprendieron que separados de él nada podían lograr; él es nuestra fortaleza y refugio, en él siempre seremos vencedores. No albergues en tu corazón el miedo, Dios es tu escudo y fortaleza. Ahora veamos este interesante estudio:



Desecha el miedo, Dios te defiende.  

Génesis 15:1 “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobre manera grande”.  

En el capítulo anterior Abraham ha peleado contra varios reyes que se habían llevado cautivo a su sobrino Lot, Dios lo respaldó poderosamente y logró rescatar a su sobrino, a las demás personas y todos sus bienes.    

Aquella batalla hizo que Abraham quedara con algunos enemigos, y su corazón estaba ahora prevenido, cuidándose de día y de noche y el miedo había venido contra su corazón, pues en cualquier momento podían venir a tomar venganza.     

En ese marco de temor y prevención, vino palabra de Dios a su vida. Y esto nos permite ver que el Señor conoce lo profundo de nuestro corazón, y conoce nuestros miedos y debilidades, y él está siempre presto para ayudarnos.   

Dios le dice a Abraham: “No temas, yo soy tu escudo”. No hay mejor ejército en todo el universo que la presencia misma de Dios alrededor de tu vida. No hay mejor guerrero que Jehová de los ejércitos. 



La palabra “escudo” aquí se traduce del término hebreo “maguen” que además quiere decir: protector, arma, defensa. Indica piel de gruesas escamas de cocodrilo, destacando la fortaleza e impenetrabilidad de aquel escudo.

Cuando Dios libró a David de la mano de sus enemigos y de la intensa persecución del rey Saúl, levantó su adoración a Dios diciendo:

“Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío y fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” Salmo 18:2.

Es como si dijera: “Dios es mi protección, mi lugar alto donde mi enemigo no puede llegar, mi defensa y quien me fortalece, mi lugar de reposo y seguridad”, todo esto es Dios para aquel que en él confía.   

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Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. 

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