martes, 22 de septiembre de 2020

Dios transforma nuestro carácter

 Sermón: Dios transforma nuestro carácter.

 

 

  

Introducción: Por la palabra de Dios sabemos que somos hijos de Dios en un proceso continuo de formación y crecimiento, cuyo objetivo es formar la imagen de su Hijo en nosotros, y por eso él utilizará todas las herramientas y circunstancias para cumplir Su voluntad en cada una de nuestras vidas. Con toda razón, él es nuestro alfarero y nosotros somos barro en sus manos.     

1) Veamos en primer lugar la obediencia del profeta Jeremías. 

Nos dice la Escritura en el libro del profeta Jeremías 18:1-2 “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré escuchar mis palabras”.   

Jeremías obedeció desde un escenario difícil. Lo primero que Dios le dice al profeta es: “Levántate”, podemos ver ésta palabra desde la perspectiva física y emocional. Quizá estaba cansado, o demasiado cómodo; fatigado o desanimado, el hecho es que la primera instrucción de Dios es “Levántate”.   

Debemos además, tener en cuenta que la nación de Israel estaba con un ánimo bajo, pues Babilonia era el imperio opresor, Israel estaba en decadencia moral, espiritual y política; fue tiempo de guerras y crisis, y el ministerio de Jeremías enfrenta oposición de sus hermanos, de otros profetas y reyes. 

El mensaje del profeta Jeremías era básicamente un mensaje fue de juicio… quizá todo esto había traído una sombra de desaliento sobre el profeta, pero Dios le dice: “Levántate”. Él no podía quedarse en un estado de desánimo.    

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2) El profeta Jeremías rinde su razón para obedecer a Dios por revelación.   

Con frecuencia, muchas veces el obedecer a Dios implica avanzar, aunque no entendamos lo que está pasando. Implica hacer ciertas cosas para él aunque no entendamos la razón o motivo inicialmente. En este pasaje Dios nos enseña varias cosas: 

Dios sabe muy bien a qué escenario nos lleva para enseñarnos (al profeta le dijo: “vete a casa del alfarero”). 

La obediencia a nuestro Dios genera mayor revelación y muchas bendiciones (“allí te haré oír mis palabras” le dijo Dios). 

En tercer lugar, el obedecer a Dios es fundamental para ser transformado, por eso podemos leer en Jeremías 18:3 “Y descendí a la casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda”. 

Textualmente, se nos dice que el profeta “desciende”, quizá su casa estaba en un lugar más alto de la ciudad. Pero esto nos recuerda que a veces descender es parte de la voluntad de Dios, es parte del proceso de aprendizaje, aunque tal vez no nos sea agradable. Pero. Lo más importante es seguir la voz de Dios.    

En este caso, la casa del alfarero nos habla de aquel escenario o circunstancia dónde Dios trabaja en nuestro corazón. Aquel lugar, tiempo, circunstancia o situación en la que Dios nos introduce para enseñarnos muchas lecciones allí. Es un ámbito de formación divina, donde la mano del Señor nos moldea.     

 

   

 

3)  Veamos ahora, el proceso de restauración de una vasija.  

 

El libro del Jeremías capítulo dieciocho versículo 4a nos dice: “Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano”. 

Debemos valorar y reflexionar en los diseños de Dios. Cuando el alfarero comienza su labor, ya tiene en mente que vasija hará. Asimismo, nuestro buen Dios ha planeado un diseño y propósito para cada uno, desde antes de la creación de toda la tierra.      

Desde el punto de vista natural, en el proceso de formación de las vasijas podemos hallar procesos afectados, vasijas quebradas, soldados heridos, pero a pesar de todo el barro permanece en las manos del alfarero, y eso es lo más valioso; pues, el barro por sí mismo nada es.    

Es interesante tener en cuenta, que aunque nuestro Dios tiene grandes planes y su amor por nosotros es inmenso, a veces la vasija se echa a perder en su mano, por dificultades del material (dureza, impureza, falta de consistencia, piedras y objetos extraños, entre otras cosas). 

Podemos, en general, hablar de dones mal utilizados, líderes que se apartaron, hermanos que caen y se quedan allí, resentimientos que nunca llegaron a un genuino perdón, otros se estancaron en el proceso, entre otros.    

Nuestro Dios es fiel y todopoderoso, él tiene todo poder para restaurar, vrs 4b. Nos dice la Escritura que “Y volvió e hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla”. Es interesante que el alfarero hiciera una vasija nueva y mejor. Además debemos destacar que utiliza el mismo material, no lo desechó. Dios es bueno y fiel.  

 

 

 

4)  Es muy importante, tener en cuenta que Dios utiliza una técnica apropiada para cada uno:          

Podemos estar tranquilos y seguros al saber que el alfarero conoce muy bien su oficio. En casa del alfarero (es decir en su taller) encontramos la rueda, el barro, los hierrillos y desbastadores, utilizados para dar forma, quitar las asperezas, y pulir los detalles de la vasija. Herramientas para realizar su labor. 

No podemos pasar por alto, el horno, que da la dureza correcta y estructura final a la vasija. Así mismo Dios utiliza diversas “herramientas” para formar en nosotros Su imagen, su diseño y su poderoso plan.    

Es muy importante considerar aquí, que Dios requiere de nosotros sometimiento y arrepentimiento genuino, aspectos vitales para una correcta restauración y transformación (Jeremías 18:5-9). 

La palabra del Señor nos enseña que Dios es soberano, es bueno, santo y justo. Sus manos son bondadosas con el humilde de espíritu, y fuertes con el soberbio de corazón; es decir, las manos del alfarero son tan fuertes como duro sea el barro. Es el tipo de material el que determina la fuerza usada en el proceso. Sí nuestro corazón es manso y humilde, no dolerá mucho.    

Como bien nos podemos imaginar, cuando la vasija ha pasado por todo el proceso debidamente, al final el alfarero la decora y hermosea, porque de allí saldrá a ocupar lugares de prominencia, y participará mostrando su belleza en importantes eventos.   

La misma Escritura nos enseña: Dios honra a los que le honran. El proceso fue en el anonimato, pero Dios es quien pone en lugar alto, él es quien premia en público, él sabe muy bien lo que hace, cómo lo hace y cuando.        

Reflexión final: Sin duda alguna, nuestro buen Dios tiene grandes planes con nosotros, algunas veces estos planes sufren, se estancan, se dañan. Pero Dios tiene el poder de restaurar, ante un genuino arrepentimiento, Dios interviene con su poder sanando, levantando, y restaurando. Él hace cosas nuevas y mejores, él es restaurador por excelencia.

 

 

 

Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.    


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3 comentarios:

  1. Hermosa cada palabra que recibo. La de hoy nos remite a que dios nos moldeara una y otra vez hasta alcanzar la perfección, pero nunca nos descarta!! Gracias Sr. Por tu amor.

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  2. Dios les bendiga, excelente hermoso ver como Dios nos ama y transforma.

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  3. Gracias por la Bella enseñanza pastor que Dios lo bendiga y sabemos que Dios nos seguirá transformando y trabajando en nuestras vidas.

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