Sermón: Cómo puedo agradar a Dios.
A través de la historia de la humanidad y por la Biblia misma, nos damos cuenta de que en el ser humano está la necesidad propia y profunda de adorar, de levantar sus oraciones a un ser superior, origen y creador de todo.
En el espíritu humano está la facultad de adorar, es una virtud o capacidad dada por Dios, y es el Señor mismo quien instruye al hombre para adorarle correctamente, también le enseña cómo vivir de manera digna y responsable.
La palabra de Dios, enseña claramente y de modo contundente que la adoración más importante es obedecer los mandamientos de Dios, y el más importante de todos los mandamientos dice:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, y con toda tu mente” y el segundo mandamiento es: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, según el Evangelio de Mateo 22:37-39.
Por lo tanto, para adorar al Señor es muy importante llenar nuestro corazón de amor, del amor que viene de Dios mismo. Este es el amor que nos lleva a perdonar, tolerar, buscar el bienestar del otro; es el amor sacrificial, que no busca lo suyo propio.
La palabra de Dios nos enseña, por ejemplo, en el Libro de Génesis 4:8 “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató”
En el
contexto de éste versículo, Génesis capítulo cuatro, vemos a los primeros hijos
de Adán y Eva en el Edén, ellos van a adorar a Dios; pero, Caín adora al Señor a
su manera. Él lo hace con frutos de la tierra, mientras que Abel ofrece una
oveja en sacrificio.
Lo más seguro, es que Adán y Eva habían enseñado a sus hijos a acercarse a Dios, mediante el sacrificio; sin embargo, Caín lo hizo a su modo.
La palabra del Señor nos enseña que a Dios le agradó la ofrenda de Abel, y esto hizo enojar a Caín en gran manera, y su corazón se llenó de un rencor profundo hacia su hermano Abel. El odio vino a gobernar su vida.
¿Por qué Dios destacó la ofrenda de Abel? Porque el Señor observó que ésta estaba basada en la fe, tenía como fundamento el sacrificio de un cordero, y por supuesto, lo hizo en obediencia a Dios.
Esto
nos hace reflexionar, en que Dios nos llama no sólo a un momento de alabanza o
adoración, él nos llama a una vida honesta y de amor al prójimo, la cual es una
vida de adoración que honra y glorifica a Dios, es una vida que procura dar
honor al Señor en todo lo que hace.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
Te invito a leer: La poderosa intimidad con Dios
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