Sermón para predicar: El matrimonio, un diseño y bendición de Dios.
Desde el libro de Génesis hasta el Apocalipsis, Dios nos enseña que su deseo es bendecir su creación, y por eso, desde el principio bendijo a la familia. El Señor estableció el hogar como escenario de bienestar para sus hijos. Todo lo que él hace y planea es para nuestra bendición.
En el Libro de Génesis podemos ver el diseño de Dios respecto al matrimonio, y precisamente antes de la llegada del pecado. El Señor establece este primer matrimonio en el hermoso huerto del Edén, rodeado de múltiples bendiciones y privilegios; y por supuesto, con una gran cuota de responsabilidad.
Lamentablemente, la autosuficiencia y soberbia del ser humano, permitió el ingreso del pecado con todo su poder destructivo. Esto, significó un profundo daño al diseño divino, consecuencias con las que lidiamos hoy día; pero en Cristo, tenemos la fuerza, autoridad y poder para vivir en la buena y perfecta voluntad de Dios.
1) El Señor Jesús nos invita a mirar el matrimonio según Génesis.
Nos dice Marcos 10:4-9 “Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.
Como con frecuencia nos dicen los evangelios, aquí en Marcos 10:1, Jesús estaba enseñando como solía hacerlo. Los fariseos vienen a preguntar, no porque quieran aprender, sino porque vienen a tentarlo con sus preguntas, procurando hallar en él, algún error para acusarlo después.
Y respecto al matrimonio y al divorcio, el Señor los lleva a mirar y considerar el principio de la creación, el principio en el huerto del Edén. Y por lo menos, nos recuerda y enseña cuatro cosas:
La primera: “Varón y hembra los creó”. El diseño de Dios para la familia y para el matrimonio, es la unión entre un hombre y una mujer. Lo demás, es el resultado de la mente humana que no quiere seguir el diseño y el consejo de su Creador. Diseño y consejo que vienen a preservar a la humanidad y la guardan de su propio caos y destrucción.
La segunda: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer”. Diseño que pone en evidencia el deseo de Dios; es decir, un hogar en el que el hombre debe desarrollar y ejercer su papel como sacerdote y cabeza de familia.
Y una esposa que desarrolla un papel esencial en la casa; y por eso, con razón dice la Biblia: “La mujer sabia edifica la casa, más la necia la destruye”, Prov. 14:1 (palabras que ponen en evidencia el papel fundamental de la esposa en el hogar).
La tercera: “Los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno”. Y por supuesto no nos habla sólo de la relación íntima (asunto que no se debe descuidar); es un llamado a vivir sin egoísmo, debemos procurar la unidad y la armonía en el matrimonio.
Estado que sólo se logra cuando buscamos el amor de Dios en oración, pues sólo éste nos capacita para amar de verdad, es decir, perdonar sin condenar, tolerar sin juzgar, escuchar sin arrogancia, hablar con sabiduría y mansedumbre, porque el amor no se irrita, no busca lo suyo propio, no se envanece, no guarda rencor.
La cuarta: “Por tanto, lo que Dios junto, no lo separe el hombre”. En su contexto, nos dice el pasaje que Moisés había permitido el divorcio, y Jesús nos dice: No fue así en el principio, esto nació en la dureza del corazón del hombre. Muchas cosas nacen en nuestro corazón y no en el corazón de Dios, lo triste de este asunto es que damos prioridad a las nuestras.
No importa que diga o enseñe el mundo, demos a Dios y a sus diseños el lugar que le corresponde, el primer lugar. El matrimonio fue diseñado por Dios para nuestra bendición y bienestar, con él damos gloria a Dios, y al cuidarlo y preservarlo estamos dando honor y alabanza a nuestro Señor y Creador. Si hay una crisis en tu hogar, dile a Jesús que te ayude, él quiere venir a hacerlo; pues, él desea que tu familia y tu matrimonio glorifiquen a Dios.
2) El matrimonio un poderoso pacto en el que Dios es testigo.
Nos dice Malaquías 2:14-16 “Más diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios.
Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales”.
Es muy importante, tener en cuenta que estamos viviendo en tiempos postreros o finales, según la Biblia. Y acerca de estos tiempos el Señor Jesús dijo: “Será como en los días de Noé, y como en los días de Sodoma y Gomorra”; tiempos en los que el matrimonio era un juego, todo era caos y desorden, cada uno hacia lo que quería, y la moral y el temor de Dios escaseaba en la tierra.
Cuando un imperio ha caído, sin duda alguna, ha estado precedido de un deterioro grave de su moral, una ausencia total del temor de Dios, y una decadencia y destrucción del diseño del matrimonio y familia.
Como bien sabemos, el pueblo de Israel no fue ajeno a la cultura cananea cuando llegó a vivir en aquellas tierras. En un escenario en el que se había abandonado la ley de Dios, y el temor del Señor era escaso, Dios habla a través del profeta Malaquías, y quiero destacar el versículo catorce del capítulo dos, en el que observamos varios detalles:
“Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud”. Es interesante ver en este escenario a Dios siendo testigo; aquí en contra del hombre, en otros casos será en contra de la mujer.
La palabra “atestiguar” se traduce del término hebreo “ud”, que además traduce: Aceptar como testigo. Repetir. Amonestar. Prometer protección (sostener). Es decir, Dios es testigo del matrimonio para recordarnos lo que dijimos y advertirnos ante las malas decisiones; así como es aquel dispuesto a ayudarnos y protegernos de los enemigos del matrimonio.
El simple hecho de pensar en tener al Señor como testigo en contra, debe generar en nosotros temor de Dios, pues ¿quién se justificará ante el testimonio de Dios?
“Contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera”. En el matrimonio nos debemos una inmensa cuota de lealtad. A veces en el matrimonio, la mentira y el engaño toman fuerza, y no debemos habitar con eso, pues es darle lugar al enemigo.
El término “desleal” se traduce de la palabra hebrea “bagad”, que además se traduce como: decepción, traición; y en sentido figurado: Actuar de manera encubierta. Esto es paradójico, pues el mismo texto nos dice: “siendo ella tu compañera”, no debemos reducir esta palabra a sólo “compañía”, pues desde el hebreo, el término nos habla de sociedad, unión, alianza. Estado cuya permanencia requiere honestidad y transparencia.
“La mujer de tu pacto”. La palabra “pacto” se traduce del término hebreo “berit”, que además se traduce como: Convenio. Acuerdo. Promesa. Hablamos del pacto matrimonial, del día en el que nos unimos en un compromiso muy serio, pues Dios fue testigo. Aquel día en el que nos prometimos amor, bondad y mutua compañía siempre.
Ya que, el matrimonio es una unión poderosa y que el testigo es Dios, quien además diseñó para nosotros este pacto, debemos acudir a él cuando éste corra riesgos o esté siendo atacado por el enemigo, o por nuestra arrogancia y dureza de corazón. Dios siempre estará atento y dispuesto para ayudarnos.
3) El matrimonio es un diseño celestial para nuestra bendición y bienestar.
Nos dice Eclesiastés 4:9-12 “Mejores son dos que uno; porque tiene mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! Que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
Este texto pasaje nos recuerda que, cuando nos complementamos como pareja veremos mejores resultados. El complemento genera mayores y mejores resultados. Literalmente nos dice que: “Tienen mejor paga de su trabajo”, además de la ayuda mutua en un momento de necesidad.
Debemos destacar la expresión: “Cordón de tres dobleces no se rompe pronto”. Siendo una pareja, el número tres nos indica a alguien más en esta relación, y sin duda, hace referencia al papel de Dios en medio del matrimonio. Sólo con él es posible permanecer unidos en amor. El matrimonio será tan fuerte como Cristo habite en medio de él. Por eso, esta petición no puede faltar en nuestra oración diaria.
Conscientes de esta realidad no podemos ignorar las maquinaciones del enemigo, él enviará a tu mente dardos (pensamientos) como: “Para que me esfuerzo, si él o ella no lo valora”. “Este no era el hombre para mí, o ella no era para mí”. “Creo que debo probar con otra persona”. “Esto ahora o más tarde se va a acabar”. “Al fin y al cabo, él o ella no va a cambiar”. “Tengo derecho a ser feliz, iniciaré otra relación”. Etc. Y es cuando debemos ir a Dios para preguntarle: “Señor, ¿qué quieres tú que yo haga?”.
La Sagrada Escritura nos dice: “El que haya esposa, halla el bien”, “maridos amad a vuestras mujeres” y “mujeres respeten a sus maridos”. Tanto en Génesis 2:24 como Marcos 10:7 nos dice la Biblia: “se unirá a su mujer”, en donde “unirá” también significa: Pegar. Permanecer. Y en Marcos 10:9 nos dice que Dios los “juntó”, terminó que además traduce: Compartir el yugo. Juntos enyugados. El yugo es la pieza de madera que une la yunta o pareja de bueyes que aran el campo.
Así, nuestro Dios espera que, aunque el campo sea difícil de arar, y el día sea oscuro, aunque haya diferencias y desacuerdos, no debemos permitir que esas cosas rompan el vínculo matrimonial.
Y sin lugar a dudas, la unidad requiere amor, y la fuente de ese amor debe ser Dios, acude a la presencia de Dios, allí comprenderás su voluntad, y recibirás la fuerza para andar en ella; y cuando esto haces, sin duda, la cosecha de bendiciones será muy grande para tu matrimonio y para tus generaciones.
Así que, si en tu corazón hay dolor o heridas causadas por tus hijos o cónyuge, habla ahora mismo con Dios, él te dará la sabiduría para manejar el asunto con tu familia, y sanará tu vida, pues la Biblia dice que el Señor Jesús es quien sana a los quebrantados de corazón.
4) Objetivos del Señor con el matrimonio.
Según hemos estudiado a la luz de los textos de hoy, podemos concluir que estos propósitos son:
“Descendencia para Dios”. El Creador pudo haber hecho cierta cantidad de seres humanos, como un día hizo con los seres angelicales; pero, él diseñó tener descendencia mediante la multiplicación de los mismos seres humanos. Por eso, les dijo en el Edén: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y señoread”.
Le otorgó entonces a la pareja humana, el privilegio de tener hijos, y de modo especial puso en ellos el diseño para hacerlo. De manera implícita, los padres entonces, deben educar sus hijos e instruirlos en el camino de la fe y en el temor de Dios, ese fue el diseño inicial (el cual no ha cambiado).
Mutua compañía y complemento. Recordemos que el Señor dijo en Génesis 2:18 “No es bueno que el hombre éste solo, le haré ayuda idónea”; y en Malaquías capítulo dos, Dios la llama: “la mujer de tu juventud, tu compañera”.
Como una ilustración del Señor Jesús y su iglesia. La iglesia es aquella esposa del Señor Jesús, unión que se completará en las bodas del Cordero. Es por eso, que en Efesios 5:27 se nos dice: “para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”.
Es el ámbito en el que Dios aprueba y bendice la relación sexual. La palabra de Dios nos enseña en la Primera Carta a los Corintios 7:2-5, que, respecto a la naturaleza sexual del ser humano, el matrimonio es la provisión y diseño de Dios para sus hijos.
Precisamente, la misma Escritura nos dice en Proverbios 5:18-19 “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”.
Concluimos pues, que el matrimonio es un diseño de Dios para bendición y bienestar de sus hijos; es, además, un instrumento para el cumplimiento de sus maravillosos planes; así como es para gloria y honra de su nombre. Necesitamos acudir a Aquel que lo diseñó, y depender de él, para caminar en su buena voluntad. (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria).
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