viernes, 17 de agosto de 2018

El río del Espíritu de Dios.


Introducción: El Señor ha diseñado una serie de bendiciones para su pueblo, y ya que la fe está basada en la palabra de Dios es necesario conocer lo que él nos revela en las Sagradas Escrituras y que nos ha entregado y es precisamente el Espíritu Santo quien da esa revelación.

Pablo lo dijo así: “El Espíritu Santo nos ha sido dado para que sepamos las cosas que él nos ha concedido”. Veamos entonces ahora qué es él maravilloso y poderoso río del Espíritu de Dios.

Predica: El río del Espíritu de Dios.

Dios quiere llevarnos a nuevos niveles en el espíritu (Ezequiel 47:1-3).

Me hizo volver luego a la entrada de la casa… y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte… al camino de la que mira al oriente; y he aquí que las aguas salían del lado derecho. Y saliendo el varón hacia el oriente, tenía un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos”.

Comentario 1: En la Escritura las imágenes de agua casi siempre representan al Espíritu de Dios. El profeta ve que las aguas salen de la casa (esto es el templo) y un varón mide mil codos y hace entrar allí al profeta, nos dice que las aguas llegaron hasta sus tobillos, es decir sus pies quedaron sumergidos en aquellas aguas.

® Esto nos habla de nuestros primeros pasos en el Señor, aquellas primeras aguas del Espíritu en las que empezamos a andar, nuestros pies comienzan a desplazarse en el camino de la fe, experimentamos gozo en el Señor y nuestra sed es saciada en Cristo. Empezamos a tener revelación de la poderosa y perfecta obra de Cristo en la cruz del calvario.

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Comentario 2: Al leer Ezequiel 47:4a “Y midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas”, podemos ver que ahora el profeta entra mil codos más y las aguas llegan hasta sus rodillas. En la Biblia doblar las rodillas es sinónimo de oración, adoración, reconocimiento de autoridad, es dependencia de Dios. Las rodillas fortalecidas por la comunión con Dios pueden emprender largas caminatas, como cuando el Señor le dijo  Elías: “largo camino te resta”.

® Esto nos habla de una persona que no se conforma con el primer nivel, quiere más de Dios, desea conocer al Señor en el secreto, anhela conocer mucho más al Espíritu Santo en su vida, se dispone para conocer aquellas cosas que ojo no vio ni oído oyó, quiere ser amigo de Dios.            

Comentario 3: Al leer Ezequiel 47:4b “Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos”, nos dice que el profeta obedeciendo entra mil codos más y las aguas le llegan a los lomos. En las Escrituras los lomos indican la parte inferior de la espalda, designan la parte donde están los órganos reproductivos (por eso en varias ocasiones dice la Biblia que los hijos salen de los lomos).

® Esto nos habla de aquella persona cuyo anhelo por Dios lo lleva a disponer su ser para que el Señor se multiplique en la tierra, es una persona que camina en amor a Dios y al prójimo. En la intimidad como resultado de su oración e intercesión nacen muchos hijos para Dios, procura llevar mucho fruto para el Señor, pues sabe que “en esto es glorificado nuestro Padre, en que llevemos mucho fruto para él”. El cristiano debe multiplicarse.

® El río del Espíritu debe alcanzar a muchas personas, quizá hemos hecho énfasis en el “ir” y hemos descuidado el hacer, “Id, y haced discípulos” nos dijo el Señor. Entrar y disfrutar del río del Espíritu no debe hacer de nosotros personas egoístas, “místicas y extrañas”. Eso le paso a la iglesia de Jerusalén ante el derramamiento del Espíritu se concentraron sólo en ellos y Dios permitió la persecución y así dice la Biblia “los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio”.


Comentario 4: Al leer Ezequiel 47:5 “Y midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar; porque las aguas habían crecido, aguas para nadar, y el río no se podía pasar”, nos dice que Ezequiel entra mil codos más y era ya un río, las aguas habían crecido, era un río que no podía pasar sino a nado. La profundidad es tal que los pies del profeta ya no tocan el fondo.

Esto nos habla de un corazón que se ha rendido a Dios completamente, está sumergido en la voluntad y deseos del Señor. Ya no vive para sí, ahora en cuanto vive para Cristo vive, como el apóstol Pablo quien dijo: “ya no vivo yo, ahora Cristo vive en mí”. Su dependencia y rendición es tal que el río lo lleva a donde quiere, no resiste al Espíritu Santo, se deja llevar por él.

Aquella profundidad en Dios nos produce paz, una paz única e inigualable, comprensión de eventos que humanamente no tienen respuesta, es cuando el señorío de Cristo es completo. Estas completamente seguro pues dependes totalmente de él, y estas absolutamente confiado porque él te llevará al mejor lugar, a aquel que preparó para ti desde antes de la fundación del mundo.                         

Conclusión: Vemos pues que Dios ha diseñado darnos mucho más de él, ha preparado ríos de revelación, de unción y poder del Espíritu Santo, él desea que le conozcamos mucho más, espera que podamos ceder nuestro corazón sin reservas a él, y todo lo que vendrá será maravilloso y abundante. 


Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. 

Escrito originalmente para predicas cristianas escritas - Autorizado para publicarse en: Mensajesysermonesparapredicar.blogspot.com.co 

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