Introducción: El Señor
ha diseñado una serie de bendiciones para su pueblo, y ya que la fe está basada
en la palabra de Dios es necesario conocer lo que él nos revela en las Sagradas
Escrituras y que nos ha entregado y es precisamente el Espíritu Santo quien da
esa revelación.
Pablo lo dijo así: “El
Espíritu Santo nos ha sido dado para que sepamos las cosas que él nos ha
concedido”. Veamos entonces ahora qué es él maravilloso y poderoso río del
Espíritu de Dios.
Predica: El río del
Espíritu de Dios.
Dios quiere llevarnos a
nuevos niveles en el espíritu (Ezequiel 47:1-3).
“Me
hizo volver luego a la entrada de la casa… y las aguas descendían de debajo,
hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el
camino de la puerta del norte… al camino de la que mira al oriente; y he aquí
que las aguas salían del lado derecho. Y saliendo el varón hacia el oriente,
tenía un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas
hasta los tobillos”.
Comentario 1: En
la Escritura las imágenes de agua casi siempre representan al Espíritu de Dios.
El profeta ve que las aguas salen de la casa (esto es el templo) y un varón
mide mil codos y hace entrar allí al profeta, nos dice que las aguas llegaron
hasta sus tobillos, es decir sus pies quedaron sumergidos en aquellas aguas.
® Esto nos habla de nuestros
primeros pasos en el Señor, aquellas primeras aguas del Espíritu en las que
empezamos a andar, nuestros pies comienzan a desplazarse en el camino de la fe,
experimentamos gozo en el Señor y nuestra sed es saciada en Cristo. Empezamos a
tener revelación de la poderosa y perfecta obra de Cristo en la cruz del
calvario.
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Comentario 2: Al
leer Ezequiel 47:4a “Y midió otros mil, y me
hizo pasar por las aguas hasta las rodillas”,
podemos ver que ahora el profeta entra mil codos más y las aguas llegan hasta
sus rodillas. En la Biblia doblar las rodillas es sinónimo de oración,
adoración, reconocimiento de autoridad, es dependencia de Dios. Las rodillas
fortalecidas por la comunión con Dios pueden emprender largas caminatas, como
cuando el Señor le dijo Elías: “largo camino te resta”.
® Esto nos habla de una persona
que no se conforma con el primer nivel, quiere más de Dios, desea conocer al
Señor en el secreto, anhela conocer mucho más al Espíritu Santo en su vida, se
dispone para conocer aquellas cosas que ojo no vio ni oído oyó, quiere ser
amigo de Dios.
Comentario 3: Al
leer Ezequiel 47:4b “Midió luego otros mil, y
me hizo pasar por las aguas hasta los lomos”,
nos dice que el profeta obedeciendo entra mil codos más y las aguas le llegan a
los lomos. En las Escrituras los lomos indican la parte inferior de la espalda,
designan la parte donde están los órganos reproductivos (por eso en varias
ocasiones dice la Biblia que los hijos salen de los lomos).
® Esto nos habla de aquella
persona cuyo anhelo por Dios lo lleva a disponer su ser para que el Señor se
multiplique en la tierra, es una persona que camina en amor a Dios y al
prójimo. En la intimidad como resultado de su oración e intercesión nacen
muchos hijos para Dios, procura llevar mucho fruto para el Señor, pues sabe que
“en esto es glorificado nuestro Padre, en que llevemos mucho fruto para él”. El
cristiano debe multiplicarse.
® El río del Espíritu debe alcanzar
a muchas personas, quizá hemos hecho énfasis en el “ir” y hemos descuidado el
hacer, “Id, y haced discípulos” nos dijo el Señor. Entrar y disfrutar del río
del Espíritu no debe hacer de nosotros personas egoístas, “místicas y
extrañas”. Eso le paso a la iglesia de Jerusalén ante el derramamiento del
Espíritu se concentraron sólo en ellos y Dios permitió la persecución y así
dice la Biblia “los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el
evangelio”.
Comentario 4: Al
leer Ezequiel 47:5 “Y midió otros mil, y era ya un río que
yo no podía pasar; porque las aguas habían crecido, aguas para nadar, y el río
no se podía pasar”, nos dice que Ezequiel entra
mil codos más y era ya un río, las aguas habían crecido, era un río que no
podía pasar sino a nado. La profundidad es tal que los pies del profeta ya no
tocan el fondo.
Esto nos habla de un
corazón que se ha rendido a Dios completamente, está sumergido en la voluntad y
deseos del Señor. Ya no vive para sí, ahora en cuanto vive para Cristo vive,
como el apóstol Pablo quien dijo: “ya no vivo yo, ahora Cristo vive
en mí”. Su dependencia y rendición es tal que el río lo lleva a donde quiere,
no resiste al Espíritu Santo, se deja llevar por él.
Aquella profundidad en
Dios nos produce paz, una paz única e inigualable, comprensión de eventos que
humanamente no tienen respuesta, es cuando el señorío de Cristo es completo.
Estas completamente seguro pues dependes totalmente de él, y estas
absolutamente confiado porque él te llevará al mejor lugar, a aquel que preparó
para ti desde antes de la fundación del mundo.
Conclusión: Vemos
pues que Dios ha diseñado darnos mucho más de él, ha preparado ríos de
revelación, de unción y poder del Espíritu Santo, él desea que le conozcamos
mucho más, espera que podamos ceder nuestro corazón sin reservas a él, y todo
lo que vendrá será maravilloso y abundante.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
Escrito originalmente para predicas cristianas escritas - Autorizado para publicarse en: Mensajesysermonesparapredicar.blogspot.com.co
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