Dios desea tu prosperidad y
tu bienestar, él ha planeado lo mejor para ti y para tu descendencia. Por naturaleza
Dios es bueno y se goza al ver a sus hijos felices y caminando en sus perfectos
y buenos planes.
En la Biblia están los principios para vivir y alcanzar la bendición de
Dios, él desea el bienestar de sus hijos, por eso se ha ocupado de enseñarnos a
través de su palabra la manera de alcanzar y vivir sus bendiciones. Él no
miente, todas las promesas en él se cumplen, es necesario entonces mirar al
detalle su palabra para caminar en bendición.
Cuando Dios creó al hombre
lo estableció bendecido. Génesis 1:27-28 “Y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los
bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra y
sojuzgadla, y señoread sobre los peces del mar, y sobre todas las bestias que
se mueven sobre la tierra”.
Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, y nos dice la
Escritura que “Dios los bendijo” palabra que significa entre otras cosas:
bendecir con abundancia, y sin duda, lo vemos en el contexto, pues Dios los
puso en el huerto del Edén, rodeados de una abundante y perfecta provisión.
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Este inicio o comienzo de la humanidad nos recuerda que el Señor creó al
hombre en bendición abundante, y que fue el pecado el que trajo tristes
consecuencias. Gracias damos a Dios que en Cristo Jesús somos restaurados.
Pero la mayor bendición del Edén no era la abundancia de alimento y
hermosura de aquel huerto, de hecho el nombre “Edén” significa: delicia, gozo,
paraíso; lo más valioso de aquel lugar era que allí “se paseaba la voz de
Jehová Dios” (Génesis 3:8), es decir el Señor caminaba frecuentemente por aquel
huerto.
La bendición más grande es la presencia de Dios. Lo que debe generar
mayor gozo en nuestro corazón es habitar en la presencia del Señor y caminar
con él, como Enoc caminaba con Dios. Lo más importante no es la bendición, sino
el Dador de las bendiciones, cuando él ocupa el primer lugar, el resto viene
por añadidura.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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