Decide perseverar y no renunciar, Dios es quien te ayuda y fortalece. El apóstol Pablo nos dice en Filipenses 3:14 “Yo prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Aquí la palabra “proseguir” se traduce del término griego “dioko” que además quiere decir: procurar, buscar ardientemente, esfuerzo para alcanzar una meta. Entonces hablamos de un compromiso consigo mismo para avanzar hacia el plan de Dios para la vida de cada uno.
Aquí la palabra “proseguir” se traduce del término griego “dioko” que además quiere decir: procurar, buscar ardientemente, esfuerzo para alcanzar una meta. Entonces hablamos de un compromiso consigo mismo para avanzar hacia el plan de Dios para la vida de cada uno.
Cuando el Señor Jesús le dijo a Pedro
“Vuelve a tirar las redes” él estaba cansado y sólo fracaso había pescado en
las veces anteriores; pero creyó en las palabras de Jesús y volvió a intentarlo,
de nuevo lanzó sus redes al mar y fue grande la pesca. Es necesario creerle a
Dios y perseverar, seguir su palabra e intentarlo confiado en sus
promesas.
Lo más importante de una victoria no
es la foto final, sino el proceso que hay detrás de aquel gran logro.
La ceremonia de grado no es lo más
importante al terminar una carrera, sino todo el proceso de aprendizaje que hay
detrás de ella, los obstáculos que se tuvieron que superar, el esfuerzo por las
exigencias y trabajos, la superación de aquellos momentos en donde se quiso
renunciar, perseverar y hacerlo durante varios años hasta llegar a la meta, etc.
Pablo tuvo que superar muchos
obstáculos, ayunos forzados, decepciones por discípulos que lo abandonaron,
peligros, soledad, enemigos, rechazo, pero culminó la carrera con la certeza de
su galardón y corona, por eso dijo: “he peleado la buena batalla, he terminado
la carrera, he guardado la fe, me esta guardada la corona”.
Cuando pensaban que ya no era posible,
Zacarías y Elizabet tuvieron su hijo: Juan el bautista. Cuando Ana lloró
delante de Dios por un hijo, el Señor le dio a Samuel y cinco hijos más. Cuando
Job no quería más vivir y recordaba con nostalgia el tiempo de antes Dios le
dio el doble de todo lo que tenía.
Cuando el apóstol Juan tenía noventa
años de edad aproximadamente y quizá pensaba que moriría desterrado en la isla
de Patmos, Jesús lo visitó y le reveló el Apocalipsis y de allí salió para
pastorear la iglesia de Efeso.
Es muy importante ver en estas
personas algo en común: ellos no renunciaron, sino que siguieron creyendo en
Dios, ellos no dejaron el camino de la fe y el Señor en su tiempo fue propicio.
Dios nunca te va a decepcionar, pídele a él su fuerza, clama por su obra
poderosa y él no te dejará avergonzado.
Conclusión: Decide confiar en Dios, creer en sus promesas;
decide buscar su presencia y poner por obra sus palabras, él nunca te fallará,
jamás te decepcionará. Decide vivir para él el resto de tu vida y no sólo
cosecharás vida eterna, sino su respaldo y bendición en la tierra.
Te invito a leer: Persevera, tu milagro está cerca.
Te invito a leer: Persevera, tu milagro está cerca.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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