Cielo nuevo y tierra nueva según Apocalipsis 21. El libro de Apocalipsis es un libro sumamente interesante por el alto grado de revelación que contiene, no sólo acerca de los acontecimientos finales, sino de las cosas celestiales, aquellas maravillas eternas que nos esperan como pueblo de Dios. En este caso estudiaremos el tema: Cielo nuevo y tierra nueva, según Apocalipsis 21...
1) El primer cielo y la primera tierra pasarán. Apocalipsis 21:1.
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”.
Es interesante recordar aquí las palabras de Jesús cuando
dijo: “El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán” (Mateo
24:35), pues el Señor no sólo estaba declarando la inmutabilidad y eternidad de
su palabra, sino que estaba recordando que en efecto el cielo y la tierra
actuales serán transformados.
El concepto de un nuevo cielo y de una nueva tierra es un
tema que se ha citado antes en las Sagradas Escrituras, varios profetas, tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, hablaron de este cielo y de este tierra:
Isaías 65:17-19, Salmos 102:25-27, 2 Pedro 3:12-13, entre otros.
Debemos tener en cuenta que aquí se hace referencia al
cielo que corresponde al primero, es decir, la atmósfera terrestre. La Biblia
nos habla de tres cielos (2 Corintios 12:2 "Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años... fue arrebatado hasta el tercer cielo"), el segundo es el espacio de los
astros y el tercero es la morada de Dios.
El texto bíblico nos habla de un cielo nuevo y de una
tierra nueva, la palabra usada para “nuevo” aquí es el término griego “kainos”
que además significa: recién hecho, sin estrenar. Desconocido. Nuevo
anteriormente desconocido (de hecho, recordemos que el mar ya no existirá más).
“Nuevo” en forma y cualidad, se contrasta con lo viejo
(como por ejemplo cuando la Biblia nos dice que “hablarán nuevas lenguas”
Marcos 16:17, las nuevas lenguas del Espíritu Santo nunca se habían hablado
antes, era algo complemente nuevo, así Dios traerá un nuevo cielo y una nueva
tierra).
Tengamos presente las palabras de Dios en Isaías 65:17 “Porque he aquí que
yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni
más vendrá al pensamiento”. Este cielo y esta tierra
nuevos son los que entran en el reino eterno de Dios.
“El mar ya no existía más” nos dice el final del versículo
uno, debemos tener en cuenta que en la mentalidad judía el mar es símbolo de
maldad y separación. De hecho en Apocalipsis es la fuente de donde sube la
bestia (Apocalipsis 13:1) y es lugar de los muertos (Apocalipsis 20:13).
2) La nueva Jerusalén desciende del cielo. Apocalipsis 21:2-4.
“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido, Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.
La santa ciudad, la nueva Jerusalén, es llamada también
“Jerusalén la celestial”, y según Filipenses 3:20 es la ciudad de nuestra
verdadera ciudadanía. Es nueva y santa porque no hay otra ciudad como ésta en
todo el universo, es la ciudad perfecta.
Toda la descendencia de Adán y Eva ha conocido las ciudades
bajo la influencia del pecado, pero la nueva Jerusalén es pura, sin pecado, es
santa. No es el resultado de la obra del hombre es creación de Dios y regalo
para los redimidos.
Cuando Juan ve la ciudad, la describe como una esposa
ataviada para su marido, es decir, ella resplandece de belleza y hermosura. Su
brillo y resplandor es tal que impacta a Juan quien la observa descender.
Se nos dice además: “He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos”. Recordemos que el tabernáculo de Moisés fue un
símbolo de la presencia de Dios en la tierra y en medio de su pueblo, pero en
esta ocasión hablamos de la presencia permanente, verdadera y genuina.
Vemos nuevamente el deseo de Dios de vivir con el ser
humano en un compañerismo mucho más cercano. Lo más grandioso que se perdió al
comienzo de la humanidad no fue la belleza ni las bendiciones del Edén, sino la
presencia de Dios allí, pero aquella gloriosa presencia y comunión volverá a
ser restaurada plenamente en la ciudad celestial.
“Las primeras cosas pasaron” haciendo referencia, según el
versículo cuatro, a que allí no habrá lágrimas, ni muerte, ni llanto, ni
clamor, ni dolor. El ser humano en aquella ciudad no experimentará el
sufrimiento ni el dolor de las angustias y pérdidas que experimentó en su vida
terrenal. Dios ha preparado lo mejor para ti
3) El Todopoderoso, el fiel y verdadero invita a recibir sus bendiciones y
advierte el terrible destino de aquel que las rechaza. Apocalipsis 21:5.
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
Quien habla ahora es “el que está sentado en el trono”
indicando que este mensaje viene con toda autoridad del Todopoderoso Rey,
comienza el Señor diciendo “yo hago nuevas todas las cosas” después de que la
tierra ha vivido todos aquellos juicios ahora se establece el orden divino y
perfecto.
Seguramente lo que perdimos en Adán fue valioso e
importante, pero es mucho más grande y maravilloso lo que en Cristo alcanzamos.
Las cosas nuevas que Dios hace, no son solamente hermosas, son cosas que
permanecerán nuevas y maravillosas, nada de esto será corruptible, no de
desgatarán, ni se destruirán. Precisamente Dios lo dice a Juan “Escribe, pues
estas palabra son fieles y verdaderas”. Es decir, Dios hará lo que ha dicho.
Apocalipsis 21:6 “Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que estuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.
En el versículo
seis el Señor declara: “Hecho está” indicando el cumplimiento
de lo prometido y la culminación de sus planes. Añade el Señor: “Al que tuviere
sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”. El agua nos
recuerda esa necesidad humana constante, nos habla de provisión y de aquella
“agua” o bendición espiritual de Dios que sacia la necesidad integral del ser
humano.
Apocalipsis 21:7 “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”. En el versículo
siete se le recuerda al cristiano la importancia de depender de
Dios y de su fuerza para perseverar. Aquellos que por la fe en Jesús son
vencedores son los herederos de todas las cosas y disfrutarán de una relación
especial con Dios.
Apocalipsis 21:8 “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.
El versículo
ocho contiene una advertencia muy importante, porque no sólo
exhorta a una verdadera conversión, sino que le muestra al cristiano fiel la
recompensa y galardón que significa estar con Cristo. Todos lo que rechazan la
gracia de Dios en Cristo no podrán por ningún medio entrar en la ciudad
celestial.
Te invito a leer:
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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