(La ciudad celestial, Apocalipsis 21 y 22). La Jerusalén celestial o
nueva Jerusalén es un título que hace referencia a la ciudad celestial que Dios
ha prometido en su palabra.
Ésta nueva ciudad el Señor se la revela al apóstol Juan
cuando estuvo en la isla llamada Patmos, según Apocalipsis 21 y 22. Es un estudio que fortalecerá la fe y la esperanza del pueblo de Dios. Veamos este
interesante estudio:
La nueva Jerusalén o la gran ciudad santa de Jerusalén:
1) Un ángel es delegado por Dios para mostrarle a Juan la nueva Jerusalén.
Apocalipsis 21:9-10.
“Vino
entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las
siete plagas postreras, y habló conmigo diciendo: Ven acá, yo te mostraré la
desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte alto, y
me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios…”.
Como
podemos ver Dios delega a uno de los siete ángeles que tenían las siete copas
de la ira, para llevar a Juan a un monte alto y mostrarle la nueva ciudad, la
cual descendía del cielo (no es de material terrenal, toda ella es de
materiales celestiales).
Esta nueva
ciudad es el lugar donde el pueblo de Dios es reunido. Esta ciudad será la
morada eterna preparada por Jesús para su iglesia, por eso el Señor dijo: “Voy,
pues, a preparar lugar para vosotros” Juan 14:2.
La
expresión “la gran ciudad santa de Jerusalén” nos permite ver su
importancia y naturaleza pura y sin pecado, así como la Jerusalén terrenal fue
la capital para el gobierno milenial de Cristo, la Jerusalén celestial será el
centro de gobierno, poder y autoridad para el reino eterno de Dios.
2) El resplandor de la nueva Jerusalén, sus muros, puertas y cimientos.
Apocalipsis 21:11-14.
El apóstol
Juan está impresionado ante aquella visión, la gloria de Dios en aquella ciudad
se hace evidente en el resplandor de sus materiales, los cuales son celestiales
y son evidencia de Aquel que la creó y mora en ella. Aquel brillo lo compara
Juan con el de una piedra preciosa: Jaspe.
La palabra
hebrea para “Jaspe” en el Antiguo Testamento es “Yashepheh” y en el griego del
Nuevo Testamento es “iaspis”, no se identifica con el jaspe moderno, el cual es
opaco, y la Biblia nos dice que aquel era jaspe “diáfano como el cristal”, por
eso esta palabra bíblica hace referencia a una variedad transparente y
desconocida hoy día.
El versículo
doce nos describe un muro grande y alto con doce puertas, y en
cada puerta un ángel, y nombres inscritos que son los nombres de las doce
tribus de Israel. Hay un muro no de protección, sino un indicador de que allí
sólo entran los que tienen su nombre inscrito en el libro de la vida.
Esos
nombres de Israel en las doce puertas (un nombre en cada puerta seguramente), nos
recuerda que Israel sigue siendo fundamental en los planes divinos. Es
interesante también recordar aquí que los
muros de la ciudad de Jerusalén terrenal también tenían doce puertas.
El versículo
trece nos enseña la ubicación y distribución de las doce
puertas, tres en cada uno de los cuatro puntos cardinales, y esto nos recuerda
también que de igual manera estaban organizadas las doce tribus en el desierto
alrededor del tabernáculo.
Entonces,
Dios estaba mostrando desde el Antiguo Testamento revelaciones acerca de esta
maravillosa ciudad, recordemos que incluso Abraham tenía revelación al respeto,
pues la Biblia nos dice que él “habitó como extranjero en la tierra prometida
porque esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios” Hebreos
11:8-9. Dios es bueno y ha preparado lo mejor para sus hijos
El versículo
catorce nos enseña que el muro tiene doce cimientos y sobre ellos
estaban escritos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. Que honor
tan grande, que privilegio tan especial y único, es la recompensa de Dios a los
fieles y que sin medida entregaron su vida en la tierra por la causa de Cristo.
Vemos pues
que en las doce puertas están escritos los nombres de las doce tribus de Israel
y en los doce cimientos están escritos los doce nombres de los doce apóstoles
del Cordero. Dios hace partícipe de su reino a Israel representado en los doce
nombres en las puertas y a su iglesia representada en los doce nombres de los
apóstoles en los cimientos.
3) Las dimensiones de la nueva ciudad de Jerusalén. Apocalipsis 21:15-17.
Se nos
dice ahora que el ángel que le está mostrando la ciudad celestial a Juan, tiene
una caña de medir de oro y el objetivo es medir la ciudad, el muro y las
puertas. Dios le permite a Juan conocer los materiales y las medidas de la
ciudad al detalle.
El versículo
dieciséis nos enseña que “la ciudad
se halla establecida en cuadro”, ya que el ancho, el largo y el alto de la
ciudad es el mismo (“doce mil estadios”) estamos hablando de un cubo o
pirámide.
Un cubo,
sin duda, nos recuerda las medidas del lugar santísimo, enseñándonos que toda
la ciudad es un lugar santo (el lugar santísimo del Antiguo Testamento tenía
como medidas: nueve metros de largo, de ancho y de alto: 1
Reyes 6:20).
Ya que el
estadio, como medida de longitud bíblica, corresponde a ciento ochenta metros,
doce mil estadios que midió el ángel equivalen a dos mil ciento sesenta
kilómetros (2160 kms), esto corresponde a la sexta parte del tamaño de la
tierra (es una ciudad muy, muy grande).
El versículo
diecisiete nos dice que el muro de la
ciudad mide ciento cuarenta y cuatro codos, lo que equivale a sesenta y cinco
metros aproximadamente. En el versículo doce se dice de este muro que es grande
y alto.
4) Materiales y belleza de la nueva ciudad. Apocalipsis 21:18-21.
No podemos
olvidar que el arquitecto y constructor de esta maravillosa ciudad es Dios, y
que los materiales usados son celestiales, que no son conocidos por nosotros
aquí en la tierra. Por eso es que Juan al ver esta maravilla recurre a los
materiales preciosos que conoce en la tierra para tratar de presentarnos lo más
parecido posible aquello que está viendo.
La Biblia
nos habla de materiales como oro puro, jaspe, piedras preciosas, perlas, etc.
Como ya se mencionó antes, el jaspe citado aquí es diferente al terrenal el
cual es opaco, el jaspe de la ciudad celestial es “diáfano como el cristal”
(Apocalipsis 21:11), y el oro puro de la ciudad es semejante al vidrio limpio
(oro no conocido en la tierra).
El
objetivo principal de todo esto no es destacar los lujos ni las riquezas, de
hecho estos son materiales celestiales distantes de toda codicia humana (pasión
que tampoco estará dentro de aquella ciudad santa), el objetivo es destacara el
poder, la gloria y la santidad de Dios.
La ciudad
es de oro puro transparente, esto nos deja ver entonces que el brillo interno
de la gloria de Dios y de sus materiales alumbrará todo su entorno. Seguramente
hay cosas y detalles que no comprendemos humanamente del todo ahora, pero sin
duda, todo esto lo entenderemos de manera perfecta cuando estemos allí.
5) El templo de la nueva Jerusalén. Apocalipsis 21:22-23.
La
expresión “Y no vi en ella templo” es muy significativa, pues en la época
antigua no se concebía una ciudad sin varios o muchos templos. Esta nueva y
única ciudad no tiene templo, y se añade en la Biblia inmediatamente la
respuesta: “porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella y el
Cordero”.
La
principal característica del lugar santísimo en el tabernáculo era que allí se
manifestaba la presencia de Dios, ya que esta ciudad es el tabernáculo de Dios,
es su presencia la que la hace templo suyo.
Esta
ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios la
ilumina, el Cordero (Jesucristo el Señor) mismo es su lumbrera. La palabra
“lumbrera” aquí se traduce del término griego “lucnos” que además significa:
lámpara, luz. Con razón Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo”, él seguirá
siendo la luz de vida para el hombre.
6) El acceso a la nueva Jerusalén. Apocalipsis 21:24-27.
El versículo
veinticuatro nos enseña que las naciones
que han sido salvas (de todo aquel periodo de juicio descrito en los capítulos
anteriores del libro de Apocalipsis) andarán a la luz de ella, es decir no
todos fueron destruidos, sino los que subieron contra la ciudad santa.
Estas naciones
y sus reyes conformarán los reinos que estarán fuera de la ciudad celestial,
serán bendecidos al habitar y vivir a la luz de la nueva ciudad; y “los
reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella” es una
expresión que nos enseña que los representantes de aquellas naciones subirán a
Jerusalén a adorar y a llevar sus ofrendas y presentes al Rey de reyes.
El
versículo veinticinco nos enseña que en esta nueva ciudad no habrá noche,
tiempo de oscuridad, porque allí no habrán tinieblas, la luz de Dios lo llena
todo.
Se nos
recuerda que no entrará maldad alguna en la nueva ciudad celestial, sólo los
que están inscritos en el libro de la vida del Cordero. Es llamado el libro del
Cordero, porque contiene los nombres de todos aquellos que se acogieron al
sacrificio de Jesús en la cruz del calvario mediante la fe en él.
7) El río que sale del trono de Dios. Apocalipsis 22:1.
En la
Biblia vemos que en varias ocasiones se usa un río como símbolo de bendición
abundante, vida, provisión y paz. Desde el punto de vista natural el agua de
los ríos es vital para las cosechas y para la vida en general. Imagínate por
tanto, cuanta vida, salud, provisión, paz y renovación generar este río que
sale del mismo trono de Dios.
Se nos
añade una característica de éste río: “resplandeciente como cristal”,
indicándonos que estas aguas son puras, limpias, sin contaminación alguna, su
naturaleza y esencia son únicas en el universo.
Este río
sale del trono de Dios y del Cordero, es precisamente porque sale de la
presencia misma de Dios que este río es poderoso, generador de vida, salud y
bendición. Todo lo que sale de Dios va cargado de poder y autoridad para
cumplir aquello para lo cual es enviado.
8) El árbol de la vida genera provisión y salud para las naciones.
Apocalipsis 22:2.
Recordemos
que la historia de la humanidad según la Biblia comienza con el árbol de la
vida en el Edén. Después del pecado no le es permitido al hombre comer de él
según Génesis 3:22-24, pero aquí en Apocalipsis 22 vuelve a aparecer el árbol
de la vida.
Según nos
describe Juan podemos ver un río que fluye por en medio de la hermosa ciudad, y
éste árbol es tan grande que se extiende sobre el río, y por eso está a ambos
lados de éste. Puede ser quizá que “árbol de la vida” sea un término genérico y
haga referencia a muchos árboles de la vida que estarán a cada lado del
río.
Este árbol
“produce doce frutos, dando cada mes su fruto”, es un
árbol con pleno, continuo y abundante fruto. Una pregunta interesante
aquí es ¿comeremos de su fruto?
Recordemos
que nuestro Señor Jesucristo comió en su cuerpo glorificado, Lucas 24:39-43;
los ángeles comieron con Abraham (Génesis 18:6-8), nosotros participaremos de la
cena de las bodas del Cordero, y también Apocalipsis 2:7 nos dice que “Al que
venciere le daré a comer del árbol de la vida. Seguramente podremos comer,
aunque no será necesario hacerlo constantemente.
Y nos dice
además la Escritura que “las hojas del árbol
eran para la sanidad de las naciones”.
Recordemos que fuera de la ciudad celestial habrá naciones, y tomarán de
aquellas hojas para su sanidad (no indicando que las naciones estarán
enfermas).
Es decir, aquí
la palabra “sanidad” se traduce del término griego “therapeia” que además
significa en primer lugar: cuidado; atención; servicio médico; provisión de
cuidado y atención. No aparece en el sentido primario de sanar a los enfermos,
sino de atender cualquier necesidad.
9) Virtudes
adicionales de la Jerusalén celestial. Apocalipsis 22:3-5.
“Y
no habrá más maldición”: desde sus comienzos el
ser humano ha tenido que lidiar con los resultados de la maldición de Génesis
3:16-19, un trabajo duro y resultados escasos, dolor durante el alumbramiento
para la mujer, conflictos entre ambos sexos, la enfermedad y la muerte.
Aún en el
milenio habrá impacto de la maldición, aunque reducido por el perfecto gobierno
de Cristo; pero en el cielo nuevo y en la tierra nueva la maldición desaparece
totalmente y para siempre.
En
contraste se destaca que en la ciudad está
el trono de Dios y del Cordero. Ninguna maldad ni
maldición pueden estar delante del Señor. Al usar la palabra “Cordero”
significa que por la eternidad tendrán presente los adoradores que están
delante del trono de Dios gracias al sacrifico del Hijo de Dios: Jesucristo
nuestro Señor.
El cielo
es un ámbito de adoración y servicio al Señor, servicio en pleno gozo y amor
por Aquel que está sentado en el trono, por eso dice: “y
sus siervos le servirán”. Sí nuestro corazón se
goza por el honor de servir a Dios en la tierra, imagínate la plenitud de gozo
al servir al Señor en el cielo.
“Verán
su rostro y su nombre estará en sus frentes”: indica
la intimidad que tendremos con el Señor para verlo cara a cara, recordemos que
a Moisés se le negó este privilegio, y sólo vio sus espaldas (Éxodo 33:20-23),
pero en el cielo veremos el rostro de Dios y le conoceremos como nunca antes. “Su
nombre en las frentes” indica que somos de su
propiedad y destaca nuestra identidad como hijos de Dios.
“No
habrá allí más noche… Dios los iluminará”: en la
ciudad celestial ya no habrán tinieblas, la oscuridad ya no existirá más, su
luz siempre resplandecerá, y no será luz artificial ni natural, será la luz de
Dios resplandeciendo siempre en aquel lugar.
“Y
reinarán por los siglos de los siglos”:
expresión que señala el gozo y privilegio del pueblo de Dios al reinar con él
por la eternidad, el milenio fue un periodo de mil años, ahora el reino es por
siempre, nunca se acabará.
Es
interesante tener en cuenta que la Biblia comienza con la caída en el paraíso,
y termina con la restauración en el paraíso. Nuestro Dios es Todopoderoso, él
puede restaurar todas las cosas.
10) Jesucristo y el ángel testifican la segunda venida del Señor.
Apocalipsis 22:6-9.
Una vez
más se le recuerda a Juan (y a nosotros por supuesto) que las palabras de Dios
son verdaderas y a cabalidad se cumplirán, pues quien las declara es
Todopoderoso y fiel para hacer lo que ha dicho.
La
expresión “He aquí vengo pronto” nos hace reflexionar no sólo en la cercanía de
la segunda venida, sino en la diligencia de nuestro corazón para estar
preparados. Desde aquel tiempo Jesús lo dijo (casi dos mil años atrás), porque
Dios quiere que todas las generaciones estén a la expectativa, todos preparados
para su regreso.
Juan
estaba asombrado y se inclina para adorar al ángel, quien a su vez lo corrige
para que adore sólo a Dios, además de recordarle que ambos eran siervos de Dios
(“soy consiervo tuyo”). En los Evangelios vemos que el Señor Jesús nunca rechazó
la adoración, lo que nos confirma que él es Dios que se hizo carne para
salvarnos.
11) Jesús y el ángel hacen advertencias. Apocalipsis 22:10-15.
Las
profecías de este libro (Apocalipsis) no estarán selladas, pues los
acontecimientos de la humanidad suceden de modo paralelo y apuntan a la
consumación de todas las cosas escritas aquí. El hecho de que estas profecías
no sean selladas indica que son testimonio y evidencia contra los seres humanos
que las menosprecian y no las aceptan.
La
expresión “El que es injusto, sea injusto todavía…” como las similares del
versículo once indican que el tiempo que queda es poco, el verdadero
arrepentimiento apremia, si todo el testimonio del libro de Apocalipsis no
produce al ser humano un cambio, es muy poca la esperanza que queda.
Nuevamente
Jesús lo dice: “He aquí yo vengo pronto”, pero en esta ocasión Jesús añade algo
muy importante, pues él dice: “y mi galardón conmigo, para recompensar a cada
uno según sea su obra”, recordemos que somos salvos por la gracia de Dios en
Cristo, pero los galardones serán de acuerdo a las obras y servicio del
cristiano.
Jesucristo
es el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último, es decir,
Cristo es comienzo, final y centro de la vida del creyente, él es la luz y la
vida, sin él todo es oscuridad y caos, sólo en él, el ser humano halla
verdadera vida y sentido a su existencia.
El
versículo catorce nos recuerda la importancia de acudir a la sangre de Cristo,
pues sólo ésta es la que realmente limpia al ser humano de su pecado, y es
Jesús el camino y quien nos da verdadera vida, es por él que podemos ingresar
por las puertas de la Jerusalén celestial, por la fe en su obra nuestro nombre
es escrito en el libro de la vida del Cordero.
El
versículo quince, es sin duda, una fuerte advertencia para aquellos que
menosprecian la gracia de Dios en Cristo Jesús. Los “perros” era una
expresión que hacía referencia a los
paganos, apostatas, soberbios que resistían la fe en Dios, y los que
menosprecian o pisoteaban las cosas santas (al parecer también era un adjetivo para
aquellos hombres que ejercían la prostitución masculina y sodomía).
12) Últimas palabras. Apocalipsis 22:16-21.
Jesús
confirma la veracidad de su testimonio, y reitera su autoridad real como el
Mesías, por lo cual todo lo que aquí está escrito es verdad y tal cual se
cumplirá. Éste poderoso testimonio es un mensaje para todos los creyentes (“las
iglesias”).
Se expresa
el anhelo por el retorno de la presencia de Jesús (versículo diecisiete), es también
una invitación a todo aquel que tiene sed para beber el agua de vida gratuitamente
que sólo en Cristo se puede hallar. Recordemos que fuimos creados por Dios,
luego comprados por precio de sangre en la cruz y después alcanzados por la
obra del Espíritu Santo.
Los versículos
dieciocho y diecinueve nos permiten ver una fuerte
y severa advertencia, hay un altísimo precio a pagar por cualquier manipulación
o alteración al Libro de Apocalipsis (y por supuesto a las Escrituras en
general).
La palabra
de Dios es clara y sencilla, poderosa y transformadora, es el libro de Dios
para los hombres y contiene la más poderosa revelación del Señor a la
humanidad, y revela incluso el escenario final de la creación, por eso no debe
ser alterada ni tergiversada, hacerlo es caminar hacia los juicios más
terribles que han habido sobre la tierra.
Los versículos
veinte y veintiuno no cesan de enfatizar el
pronto regreso del Señor: “Ciertamente vengo en breve”. Es por eso que este
libro encierra un mensaje de vigilancia y diligencia a la iglesia de Cristo,
debe estar preparada para la venida de su Señor.
Juan
expresa el deseo de su corazón diciendo: “Amén, sí, ven Señor Jesús”, deseo que
debe ser un continuo anhelo en la iglesia de Jesucristo. Realmente la solución
a los problemas de la humanidad no está en la habilidad de sí misma para crear
un mundo mejor, sino en el regreso de Aquel que puede transformar todas las
cosas y puede establecer el gobierno perfecto, por cuanto él es amor y es
Todopoderoso.
Este libro
y la Biblia en general termina con la frase: “La gracia de nuestro Señor
Jesucristo sea con todos vosotros. Amén”.
Es
maravilloso, pues el libro describe muchos juicios, pero siempre estará
presente la gracia de Dios para todo aquel que se arrepiente y se acoge a
Jesús. No podía ser de otra manera, pues Dios ha usado todos los mecanismos
posibles para que el ser humano tenga vida eterna, hasta entregar en sacrificio
lo más precioso, su Hijo mismo. Gracias Dios por tu perfecta y pura
gracia.
Te invitamos a leer:
.
Escrito por
Pastor Gonzalo Sanabria. – Estudio
bíblico: La nueva Jerusalén o la Jerusalén celestial según Apocalipsis 21-22 -
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