Dios derrota al enemigo de su pueblo

Introducción: A través de toda la Biblia podemos ver como una y otra vez el Señor se levanta a favor de su pueblo, incluso cuando por desobediencia Israel caía en manos enemigas, y Dios permitía eso hasta cierto punto (como disciplina) pero luego él mismo liberaba a su pueblo. No hay enemigo ni obstáculo más grande que el poder de nuestro Dios. Jesús sigue liberando y rompiendo las cadenas de aflicción…   

 


Dios derrota al enemigo de su pueblo.

Nos dice Isaías 9:4-5 “Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego”.  

En estos dos versículos podemos ver el poder activo de Dios a favor de Israel. Los enemigos y opresores del pueblo de Dios serán destruidos. Se usan tres figuras para revelar la opresión de las tinieblas sobre el pueblo de Dios:

a) “Su pesado yugo” indica la esclavitud bajo la que estaba aquel pueblo, pues el reino de las tinieblas gobernaba y la aflicción sobre ellos era como una pesada carga. Estaban sumidos en angustia y tristeza, lo que no sólo afectaba su vida presente, sino su visión de futuro.

  

b) “La vara de su hombro”, la vara indica en la Biblia autoridad, en otros pasajes indica castigo. Las tinieblas tenían autoridad sobre ellos, y con fuerza castigaban y sometían a las personas de Galilea.

 

c) “El cetro de su opresor” hace referencia a gobierno, el cetro lo tenía en rey en su mano para dar órdenes, otorgar perdón, favor o juicio. En éste caso habla del cetro del opresor, es el cetro de uno que angustia, oprime y hace violencia.     

Pero el texto nos dice que Dios “quiebra” estos poderes de las tinieblas. El final del versículo cuatro añade diciendo: “como en el día de Madián” ¿a qué se refiere esa expresión?

Indica aquella gran victoria que Dios le dio a Israel cuando los madianitas oprimían a Israel, consumían sus cosechas y ganados, sin dejar nada en el campo, Israel vivía bajo temor, y el Señor levantó a Gedeón como libertador, y aunque el ejército madianita era inmenso como la arena del mar, Dios le dio la victoria sólo con trescientos hombres, pues no es nuestra la guerra sino de Dios.  

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El versículo cinco nos enseña que Dios con su poder destruirá por completo todas las armas de opresión del enemigo, asunto que no sólo sucedería en el tiempo de Jesús, sino que ocurrirá en el tiempo futuro, cuando el Señor defienda a su pueblo de los ejércitos paganos que vienen contra Israel en los días postreros. Dios no cambia, él sigue siendo Dios todopoderoso y tiene cuidado de su pueblo.

Conclusión: Sin duda cuando humillamos nuestro corazón delante de Dios y reconocemos nuestra condición y necesidad, él misericordioso se mueve a favor de sus hijos. Aunque a veces pasemos por tiempos de dificultad, el Señor siempre será nuestra fortaleza y libertador.

Escrito por pastor Gonzalo Sanabria.       

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