Confía en las promesas de Dios

Sermón: Confía en las promesas de Dios.

 

 

 

Zacarías 4:8-10 “Vino palabra de Jehová a mí, diciendo: Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros. Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra”.   

Para este tiempo, el pueblo de Judá ha regresado del cautiverio en Babilonia, el cual duró setenta años, y ellos deben restaurar el templo en Jerusalén. Como podemos observar, el profeta Zacarías confirma por el Espíritu Santo que Dios cumplirá lo que ha dicho: Zorobabel iniciará aquella casa y sus manos la acabarán. 

Cuando Dios dice algo, cuando él se propone un plan, no hay poder en la creación que lo pueda detener, nada puede estancar la poderosa voluntad de Dios. Por eso, esfuérzate y confía en las promesas de Dios, él es fiel y cumple su palabra.    

El versículo diez, nos enseña varios aspectos importantes al respecto: 

Cuando Dios ha hablado, es muy importante confiar en sus palabras, aunque vengan tiempos difíciles o soplen vientos contrarios, por eso dice: “Los que menospreciaron el tiempo de las pequeñeces, se alegrarán”, pues al final Dios hará lo que ha dicho. 

La plomada en la mano de Zorobabel, nos recuerda la imagen de un constructor. La reconstrucción del templo, también nos recuerda que Dios restaura lo que ha sido dañado o destruido. También en la Biblia, el Señor se presenta como el alfarero de nuestras vidas, aquel que toma la vasija que se echa a perder y la hace de nuevo.

 

     

 

La mención que se hace a “los siete ojos de Jehová que recorren toda la tierra”, en este contexto, nos hace pensar en la soberanía y poder del Señor para saberlo todo, ninguna cosa que sucede en la tierra es desconocida por Dios. 

El Señor cumplirá su plan, por encima de toda oposición humana y de todo plan de las tinieblas, por oculto que éste sea, pues nada es desconocido ni difícil para nuestro Dios.      (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria). 

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