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SERMONES ESCRITOS LISTOS PARA PREDICAR

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miércoles, 31 de julio de 2024

El poder de Dios está por encima de todo

Génesis 37:23-24, 28 “Cuando llegó José a sus hermanos, le quitaron la túnica de colores que tenía, y le echaron en la cisterna, pero la cisterna estaba vacía, sin agua… y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José, y le vendieron por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto”.

En la historia de la vida de José, hijo de Jacob, podemos ver varias enseñanzas para nosotros. En este capítulo, sus hermanos planean matarlo, pero finalmente deciden venderlo como esclavo. Como vemos en el texto bíblico, despojaron a José de su valiosa túnica de colores que le había regalado su padre (Génesis 37:3-4). Por tal motivo sus hermanos lo odiaban, pues Jacob amaba a José más que a sus otros hijos, podemos ver como un resentimiento no sanado puede llegar a ser más fuerte que el amor de familia; eran sus hermanos y planearon matarlo.

José es arrojado por sus hermanos a una cisterna (depósito subterráneo para almacenar el agua que se juntaba cuando llovía, o procedente de vertientes), el texto nos dice literalmente: “pero la cisterna estaba vacía”, cuan significativo es éste “pero”, pues vemos como la mano de Dios está protegiendo su propósito. No era una casualidad que la cisterna estuviera vacía, era parte del plan del Señor, José estaría en la cisterna (vacía) por un corto tiempo; pues recordemos que en Salmos 121:3 dice: “No dará mi pie al resbaladero, ni se dormirá el que me guarda”.

Después de un tiempo allí, aparecen los madianitas mercaderes y José es vendido por sus hermanos por veinte piezas de plata y su corazón es herido y lastimado profundamente, las heridas mas doloras son las causadas por nuestros íntimos, aquellos de quienes no se esperaría una traición, esta escena nos recuerda que también Jesús fue vendido por uno de sus discípulos, Judas Iscariote, por eso podemos ir a él, pues nos entiende perfectamente y con su ayuda podemos sanar toda herida de nuestro corazón.

Estos ismaelitas llevaron a José a Egipto. En medio de todas estas circunstancias estaba la mano de Dios, a pesar de que Josué fue llevado como esclavo, estuvo en la casa de un general egipcio, administrando su hacienda con la gracia de Dios.

Durante este tiempo, José estaba siendo formado y capacitado para ser el segundo en el imperio egipcio y ser un gran instrumento de bendición para miles de personas, incluyendo a su padre y a sus hermanos que tiempo atrás lo habían rechazado y traicionado.

Conclusión: Podemos pasar tiempos adversos y difíciles, pero Dios nos forma y capacita para algo mucho mayor, los propósitos del Señor están diseñados para salvación y bendición de muchos, es por eso que las tinieblas se oponen, procurando dañar a los hijos de Dios, pero la palabra de Dios prevalece, el Señor fortalece, guarda y protege a sus hijos, requiriendo de nosotros perseverancia ante las dificultades, tentaciones, pruebas, para finalmente llevarlos a la victoria.    (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria)


Te invito a leer:

Sermón Escuchemos la voz de Dios.

viernes, 26 de julio de 2024

Sermón para predicar: El matrimonio, un diseño y bendición de Dios. 

 

Desde el libro de Génesis hasta el Apocalipsis, Dios nos enseña que su deseo es bendecir su creación, y por eso, desde el principio bendijo a la familia. El Señor estableció el hogar como escenario de bienestar para sus hijos. Todo lo que él hace y planea es para nuestra bendición.  

En el Libro de Génesis podemos ver el diseño de Dios respecto al matrimonio, y precisamente antes de la llegada del pecado. El Señor establece este primer matrimonio en el hermoso huerto del Edén, rodeado de múltiples bendiciones y privilegios; y por supuesto, con una gran cuota de responsabilidad. 

Lamentablemente, la autosuficiencia y soberbia del ser humano, permitió el ingreso del pecado con todo su poder destructivo. Esto, significó un profundo daño al diseño divino, consecuencias con las que lidiamos hoy día; pero en Cristo, tenemos la fuerza, autoridad y poder para vivir en la buena y perfecta voluntad de Dios.  

1) El Señor Jesús nos invita a mirar el matrimonio según Génesis. 

Nos dice Marcos 10:4-9 “Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. Y respondiendo Jesús, les dijo:  Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.    

Como con frecuencia nos dicen los evangelios, aquí en Marcos 10:1, Jesús estaba enseñando como solía hacerlo. Los fariseos vienen a preguntar, no porque quieran aprender, sino porque vienen a tentarlo con sus preguntas, procurando hallar en él, algún error para acusarlo después.

Y respecto al matrimonio y al divorcio, el Señor los lleva a mirar y considerar el principio de la creación, el principio en el huerto del Edén. Y por lo menos, nos recuerda y enseña cuatro cosas: 

La primera: “Varón y hembra los creó”. El diseño de Dios para la familia y para el matrimonio, es la unión entre un hombre y una mujer. Lo demás, es el resultado de la mente humana que no quiere seguir el diseño y el consejo de su Creador. Diseño y consejo que vienen a preservar a la humanidad y la guardan de su propio caos y destrucción.  

La segunda: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer”. Diseño que pone en evidencia el deseo de Dios; es decir, un hogar en el que el hombre debe desarrollar y ejercer su papel como sacerdote y cabeza de familia.

Y una esposa que desarrolla un papel esencial en la casa; y por eso, con razón dice la Biblia: “La mujer sabia edifica la casa, más la necia la destruye”, Prov. 14:1 (palabras que ponen en evidencia el papel fundamental de la esposa en el hogar).    

La tercera: “Los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno”. Y por supuesto no nos habla sólo de la relación íntima (asunto que no se debe descuidar); es un llamado a vivir sin egoísmo, debemos procurar la unidad y la armonía en el matrimonio.

Estado que sólo se logra cuando buscamos el amor de Dios en oración, pues sólo éste nos capacita para amar de verdad, es decir, perdonar sin condenar, tolerar sin juzgar, escuchar sin arrogancia, hablar con sabiduría y mansedumbre, porque el amor no se irrita, no busca lo suyo propio, no se envanece, no guarda rencor.     

La cuarta: “Por tanto, lo que Dios junto, no lo separe el hombre”. En su contexto, nos dice el pasaje que Moisés había permitido el divorcio, y Jesús nos dice: No fue así en el principio, esto nació en la dureza del corazón del hombre. Muchas cosas nacen en nuestro corazón y no en el corazón de Dios, lo triste de este asunto es que damos prioridad a las nuestras. 

No importa que diga o enseñe el mundo, demos a Dios y a sus diseños el lugar que le corresponde, el primer lugar. El matrimonio fue diseñado por Dios para nuestra bendición y bienestar, con él damos gloria a Dios, y al cuidarlo y preservarlo estamos dando honor y alabanza a nuestro Señor y Creador. Si hay una crisis en tu hogar, dile a Jesús que te ayude, él quiere venir a hacerlo; pues, él desea que tu familia y tu matrimonio glorifiquen a Dios.   

2) El matrimonio un poderoso pacto en el que Dios es testigo.

Nos dice Malaquías 2:14-16 “Más diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. 

Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales”.  

Es muy importante, tener en cuenta que estamos viviendo en tiempos postreros o finales, según la Biblia. Y acerca de estos tiempos el Señor Jesús dijo: “Será como en los días de Noé, y como en los días de Sodoma y Gomorra”; tiempos en los que el matrimonio era un juego, todo era caos y desorden, cada uno hacia lo que quería, y la moral y el temor de Dios escaseaba en la tierra. 

Cuando un imperio ha caído, sin duda alguna, ha estado precedido de un deterioro grave de su moral, una ausencia total del temor de Dios, y una decadencia y destrucción del diseño del matrimonio y familia. 

Como bien sabemos, el pueblo de Israel no fue ajeno a la cultura cananea cuando llegó a vivir en aquellas tierras. En un escenario en el que se había abandonado la ley de Dios, y el temor del Señor era escaso, Dios habla a través del profeta Malaquías, y quiero destacar el versículo catorce del capítulo dos, en el que observamos varios detalles: 

“Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud”. Es interesante ver en este escenario a Dios siendo testigo; aquí en contra del hombre, en otros casos será en contra de la mujer. 

La palabra “atestiguar” se traduce del término hebreo “ud”, que además traduce: Aceptar como testigo. Repetir. Amonestar. Prometer protección (sostener). Es decir, Dios es testigo del matrimonio para recordarnos lo que dijimos y advertirnos ante las malas decisiones; así como es aquel dispuesto a ayudarnos y protegernos de los enemigos del matrimonio.   

El simple hecho de pensar en tener al Señor como testigo en contra, debe generar en nosotros temor de Dios, pues ¿quién se justificará ante el testimonio de Dios? 

“Contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera”. En el matrimonio nos debemos una inmensa cuota de lealtad. A veces en el matrimonio, la mentira y el engaño toman fuerza, y no debemos habitar con eso, pues es darle lugar al enemigo. 

El término “desleal” se traduce de la palabra hebrea “bagad”, que además se traduce como: decepción, traición; y en sentido figurado: Actuar de manera encubierta. Esto es paradójico, pues el mismo texto nos dice: “siendo ella tu compañera”, no debemos reducir esta palabra a sólo “compañía”, pues desde el hebreo, el término nos habla de sociedad, unión, alianza. Estado cuya permanencia requiere honestidad y transparencia.    

“La mujer de tu pacto”. La palabra “pacto” se traduce del término hebreo “berit”, que además se traduce como: Convenio. Acuerdo. Promesa. Hablamos del pacto matrimonial, del día en el que nos unimos en un compromiso muy serio, pues Dios fue testigo. Aquel día en el que nos prometimos amor, bondad y mutua compañía siempre.  

Ya que, el matrimonio es una unión poderosa y que el testigo es Dios, quien además diseñó para nosotros este pacto, debemos acudir a él cuando éste corra riesgos o esté siendo atacado por el enemigo, o por nuestra arrogancia y dureza de corazón. Dios siempre estará atento y dispuesto para ayudarnos. 

3) El matrimonio es un diseño celestial para nuestra bendición y bienestar.

Nos dice Eclesiastés 4:9-12 “Mejores son dos que uno; porque tiene mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! Que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.  

Este texto pasaje nos recuerda que, cuando nos complementamos como pareja veremos mejores resultados. El complemento genera mayores y mejores resultados. Literalmente nos dice que: “Tienen mejor paga de su trabajo”, además de la ayuda mutua en un momento de necesidad. 

Debemos destacar la expresión: “Cordón de tres dobleces no se rompe pronto”. Siendo una pareja, el número tres nos indica a alguien más en esta relación, y sin duda, hace referencia al papel de Dios en medio del matrimonio. Sólo con él es posible permanecer unidos en amor. El matrimonio será tan fuerte como Cristo habite en medio de él. Por eso, esta petición no puede faltar en nuestra oración diaria.

Conscientes de esta realidad no podemos ignorar las maquinaciones del enemigo, él enviará a tu mente dardos (pensamientos) como: “Para que me esfuerzo, si él o ella no lo valora”. “Este no era el hombre para mí, o ella no era para mí”. “Creo que debo probar con otra persona”. “Esto ahora o más tarde se va a acabar”. “Al fin y al cabo, él o ella no va a cambiar”. “Tengo derecho a ser feliz, iniciaré otra relación”. Etc. Y es cuando debemos ir a Dios para preguntarle: “Señor, ¿qué quieres tú que yo haga?”. 

La Sagrada Escritura nos dice: “El que haya esposa, halla el bien”, “maridos amad a vuestras mujeres” y “mujeres respeten a sus maridos”. Tanto en Génesis 2:24 como Marcos 10:7 nos dice la Biblia: “se unirá a su mujer”, en donde “unirá” también significa: Pegar. Permanecer. Y en Marcos 10:9 nos dice que Dios los “juntó”, terminó que además traduce: Compartir el yugo. Juntos enyugados. El yugo es la pieza de madera que une la yunta o pareja de bueyes que aran el campo. 

Así, nuestro Dios espera que, aunque el campo sea difícil de arar, y el día sea oscuro, aunque haya diferencias y desacuerdos, no debemos permitir que esas cosas rompan el vínculo matrimonial. 

Y sin lugar a dudas, la unidad requiere amor, y la fuente de ese amor debe ser Dios, acude a la presencia de Dios, allí comprenderás su voluntad, y recibirás la fuerza para andar en ella; y cuando esto haces, sin duda, la cosecha de bendiciones será muy grande para tu matrimonio y para tus generaciones. 

Así que, si en tu corazón hay dolor o heridas causadas por tus hijos o cónyuge, habla ahora mismo con Dios, él te dará la sabiduría para manejar el asunto con tu familia, y sanará tu vida, pues la Biblia dice que el Señor Jesús es quien sana a los quebrantados de corazón.   


4) Objetivos del Señor con el matrimonio.

Según hemos estudiado a la luz de los textos de hoy, podemos concluir que estos propósitos son: 

“Descendencia para Dios”. El Creador pudo haber hecho cierta cantidad de seres humanos, como un día hizo con los seres angelicales; pero, él diseñó tener descendencia mediante la multiplicación de los mismos seres humanos. Por eso, les dijo en el Edén: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y señoread”.  

Le otorgó entonces a la pareja humana, el privilegio de tener hijos, y de modo especial puso en ellos el diseño para hacerlo. De manera implícita, los padres entonces, deben educar sus hijos e instruirlos en el camino de la fe y en el temor de Dios, ese fue el diseño inicial (el cual no ha cambiado).    

Mutua compañía y complemento. Recordemos que el Señor dijo en Génesis 2:18 “No es bueno que el hombre éste solo, le haré ayuda idónea”; y en Malaquías capítulo dos, Dios la llama: “la mujer de tu juventud, tu compañera”.

Como una ilustración del Señor Jesús y su iglesia. La iglesia es aquella esposa del Señor Jesús, unión que se completará en las bodas del Cordero. Es por eso, que en Efesios 5:27 se nos dice: “para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”.  

Es el ámbito en el que Dios aprueba y bendice la relación sexual. La palabra de Dios nos enseña en la Primera Carta a los Corintios 7:2-5, que, respecto a la naturaleza sexual del ser humano, el matrimonio es la provisión y diseño de Dios para sus hijos. 

Precisamente, la misma Escritura nos dice en Proverbios 5:18-19 “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”. 

Concluimos pues, que el matrimonio es un diseño de Dios para bendición y bienestar de sus hijos; es, además, un instrumento para el cumplimiento de sus maravillosos planes; así como es para gloria y honra de su nombre. Necesitamos acudir a Aquel que lo diseñó, y depender de él, para caminar en su buena voluntad.    (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria). 

lunes, 1 de julio de 2024

Sermón: La fe en Dios cuando los tiempos son difíciles. 

Introducción: La verdad es que confiar en Dios cuando todas las cosas van bien no es difícil; por el contrario, cuando enfrentamos desafíos, gigantes u obstáculos por superar, es cuando la solidez y fuerza de nuestra fe en Dios será puesta en evidencia. 

La Biblia nos enseña que, mediante la fe, los héroes del capítulo once de la Epístola a los Hebreos lograron grandes victorias y conquistas, y se nos recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios. Sin duda, todos viviremos momentos en donde nuestra oración será: “Señor, fortalece mi fe, y ayúdame a confiar en ti”.     

1. Los instrumentos divinos a veces son difíciles de entender.

Lucas 23:24-27 “Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él”.

El actuar de Pilato, y la absurda petición del pueblo, me refiero a pedir la libertad de Barrabás (un homicida y ladrón), mientras pidieron la condena para Jesús, son circunstancias difíciles, además de incomprensibles para los discípulos y seguidores del Maestro en aquel momento. Era un tiempo además doloroso, por eso, las mujeres lloraban y se lamentaban por él. 

En este caso, todo esto era parte del plan de salvación para la humanidad, era este un momento difícil de vivir y asimilar, pero era la voluntad de Dios para su Hijo. En otras ocasiones, por la toma de malas decisiones, vivimos momentos difíciles y dolorosos, estos tiempos no vienen a ser pruebas, son consecuencias.   

Es muy importante tener en cuenta que, en estos tiempos, la comunión con Dios en lo secreto vendrá a ser nuestra fuerza, aquella relación personal y estudio sincero de la palabra del Señor será la fuente de nuestra fe y confianza en la buena voluntad de Dios.   

Nos sigue diciendo el evangelio de Lucas 23:28-31 “Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, en el seco, ¿qué no se hará?”. 

Estas mujeres, a quienes el Señor Jesús llamó “Hijas de Jerusalén”, indicando que eran de esta ciudad y, por lo tanto, no eran seguidoras del Maestro desde la región de Galilea, lloraban al ver la tortura con la cual castigaban al Señor, y al pensar en los dolores y sufrimientos que iba a experimentar hasta morir en la cruz; sus lágrimas no eran de arrepentimiento, eran de dolor por el sufrimiento ajeno. Es por eso que, el Maestro las exhorta a pensar en ellas más que en el dolor de él.  

Las palabras del Señor Jesús fueron: “No lloréis por mí, sino por vosotros mismas y por vuestros hijos. Porque vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron”. Si para la mentalidad judía, tener hijos es señal de bendición y favor divino, entonces ¿por qué el Señor dice estas palabras? 

El Señor Jesús hace referencia a aquel tiempo en el que la ciudad de Jerusalén será atacada, y las mujeres sufrirán la pérdida de sus bebés e hijos, por eso el Señor Jesús dijo: “Ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días”, serán tiempos de gran tribulación, Mateo 24:19-21. 

La expresión final del Señor: “Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, en el seco, ¿qué no se hará?”. Palabras que nos recuerdan que a veces el dolor o el sufrimiento es parte del camino, el hecho de que seamos cristianos, hijos de Dios en esta tierra, no significa que no viviremos ciertos momentos difíciles, de lo que, si podemos estar seguros, es que Dios nos ayudará y fortalecerá siempre.  

2. Perdonar y pedir perdón, dos aspectos esenciales para superar las crisis.

Nos dice el evangelio de Lucas 23:32-34 “llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen, y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes”. 

También dos criminales eran llevados con Jesús para sufrir la misma condena, la crucifixión. Por supuesto, con una gran diferencia, ellos iban por sus propios crímenes, Cristo iba por los crímenes y pecados nuestros. 

El Señor Jesús en la cruz, dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Además, delante de él, los soldados romanos repartían entre sí sus vestidos. Cualquiera de nosotros se indignaría, tal vez lanzaría malas palabras y maldiciones, etc. Pero, el Maestro, quien nunca deja de enseñarnos, en su momento de mayor dolor y causado por ellos, rogó por sus vidas, y pidió al Padre celestial que los perdonará. 

¿Cómo reaccionamos cuando somos ofendidos? ¿Cuáles son nuestras palabras cuando abusan de nuestra confianza o pisotean nuestros derechos? Porque el juicio de Jesús fue amañado, pero, todo era parte del plan redentor ¿Quiénes somos, cuando por ser hijos de Dios, sufrimos persecución? ¿Cómo nos comportamos cuando actúan indebidamente contra nosotros? Por lo general, reaccionamos, y no reflexionamos, entonces actuamos según nuestro propio parecer, y no según el de Dios; y por supuesto, cometemos errores, vivimos fracasos y dolores.   

Nos dice la Biblia en Lucas 23:39-43 “Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Ante los dolores de la cruz y en una condición de agonía, podemos observar que uno de los criminales insultaba al Señor; mientras que el otro, le habló con temor de Dios, y también reconoció que por sus crímenes y pecados estaba en aquella cruz, y hablándole al Señor Jesús le rogó por su perdón, y es quien recibió la promesa de salvación: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. 

Ante los dolores y en agonía, observamos varias actitudes en este criminal; primero, es que, a pesar de todo, en su corazón surge temor de Dios; segundo, reconoció sus malas obras; y tercero, acudió por ayuda a Jesús, quien no lo decepcionó. Lo más valioso e importante no fue estar en el paraíso, sino estar con Jesús allí. 

Vemos dos criminales con dos actitudes diferentes, y dos resultados distintos. Uno fue condenado, y el otro fue salvado. Recordemos la figura del sol iluminando un bloque de hielo y un bloque de barro, el primero se deshace ante el calor del sol, mientras el segundo se endurece; es el mismo sol para los dos, pero vemos diferentes resultados; de igual modo, es el mismo Dios para todos, la diferencia está en nuestra actitud ante él.  

3. Confiar en Dios, siempre te conducirá al cumplimiento de su propósito.

Nos dice el evangelio de Lucas 23:44-46 “Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”. 

Después de llevar tres horas en la cruz, desde la hora tercera (9:00 am) hasta la hora sexta (12:00 m), vinieron tinieblas sobre sobre la tierra hasta las tres de la tarde, en aquel momento, es decir, cumplidas seis horas en la cruz, y habiendo experimentado los más terribles dolores, y habiendo derramado abundante sangre, Jesús gritó diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Esta última expresión del Señor Jesús, nos permite ver varias cosas: En primer lugar, acude a su Padre celestial, Aquel que nunca nos abandona, aunque el momento sea difícil y doloroso; Aquel que siempre estará atento a nuestro clamor y pedido de ayuda; Aquel que nunca cierra sus oídos y nunca deja de amarnos, porque somos sus hijos. 

En segundo lugar, acude a las manos del Padre celestial. Sin duda alguna, no existen mejores manos que estas, las más poderosas, y al mismo tiempo las más generosas. Las manos del Padre celestial nos muestran el más seguro lugar en el que somos protegidos y guardados del mal, son también las manos del alfarero, Aquel que moldea nuestro carácter. Son las mejores manos.   

En aquellas manos, dijo el Señor: “encomiendo mi espíritu”. Aquí la palabra “encomiendo” se traduce del término griego “paratithemi”, que además quiere decir: Confiar. Depositar. El Señor Jesús confió y depositó su vida completamente en las manos de su Padre celestial, Aquel que nunca le fallaría.

De hecho, el Señor Jesús ya conocía lo que el Padre al respecto había prometido: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”, Salmo 16:10. Y en efecto, el Padre lo levantó de entre los muertos al tercer día, como lo había prometido; y es que Dios no miente, él siempre cumplirá sus buenas y poderosas palabras.     

4. Tu fe en Dios verá la gloria del Señor.

Nos dice Lucas 23:47-49 “Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas”. 

Esta porción bíblica destaca en primer lugar, la reacción del centurión romano (centurión, es decir, jefe de cien soldados), quien al ver lo que había acontecido, dio gloria a Dios, y dijo: “Verdaderamente este hombre era justo”. Era un gentil, no era hebreo, sin embargo, él concluyó que este hombre crucificado, era justo. 

¿Qué cosas sucedieron, que vio el centurión romano, y que lo llevaron a concluir que aquel hombre crucificado era justo? Los cuatro evangelios nos hablan de la crucifixión, y nos añaden detalles, por eso, sabemos que en el momento en el que el Señor Jesús entregó su vida, la tierra tembló y las rocas se partieron, además el velo del templo se rasgó en dos (aunque esto último el centurión no lo vio, pues fue en el templo, y ellos estaban en las afueras de la ciudad).

Personalmente, creo, que la última oración que el Señor Jesús levantó, impactó el corazón de aquel centurión, pues el Señor Jesús dijo en alta voz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Palabras que salen de un corazón único y rendido totalmente a la voluntad del Creador, palabras que expresan una fe que sobrepasa todo entendimiento humano, y una oración tan poderosa que hizo temblar la tierra. Nos dice el evangelio de Mateo que este centurión y sus compañeros temieron en gran manera, y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.   

Había una gran multitud, y quizá entre ellos había muchos de los que antes habían gritado: “crucificadle”, también ellos vieron lo que había sucedido, y ante esto dice el texto bíblico que “se volvían golpeándose el pecho”, en una expresión de tristeza, quizá acusados por su conciencia y temiendo un castigo divino por haber crucificado un justo, pero no era una señal de verdadero arrepentimiento. Esto sucede muchas veces, es decir, ante la crudeza de la crucifixión muchos sienten dolor y admiración, pero no hay arrepentimiento.     

Los que conocían a Jesús y las mujeres que le siguieron desde Galilea miraban todas estas cosas, además de los propios discípulos del Señor. En aquel momento de padecimiento y muerte del Maestro, muchos pensamientos vinieron a la mente de los seguidores y discípulos de Jesús, dudas, incertidumbre, decepción, temor, etc; de hecho, varios de ellos volvieron a la pesca al mar de Galilea. 

Son tiempos difíciles e incomprensibles, son tiempos en los que la fe es realmente desafiada a confiar en Aquel que ha prometido. Son tiempos en donde creer en las palabras de Dios, va en contra de las circunstancias y de los sentimientos. Son tiempos en donde debemos decir: Aunque no vea, creeré. Aunque sea difícil y doloroso, en él esperaré. Aunque las circunstancias sean adversas y contrarias, confiaré en Dios y en sus promesas. Pues al final, los cielos y esta tierra pasarán, pero las palabras de Dios para siempre permanecerán.  

Después de este tiempo difícil y oscuro, brilló la gloria y la fidelidad de Dios, pues se alcanzó la más grande victoria: 

Vino el derramamiento del Espíritu Santo en pentecostés, 

Nació la iglesia del Señor Jesucristo, 

Poderosas señales y milagros acompañaron a la iglesia, 

Y poderosos hombres de Dios llevaron el evangelio por el mundo conocido.     

Conclusión: Este estudio, nos recuerda que Dios sabe muy bien lo que hace, que todo lo tiene bajo control. Nada lo puede sorprender, pues todo lo sabe, y al final, sus buenos y poderosos planes prevalecerán. Podemos confiar en sus poderosas y buenas manos toda nuestra vida, familia y futuro; él es bueno y todo lo hace para gloria de su nombre y bendición nuestra. A Dios sea toda la alabanza.   (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria). 

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