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jueves, 16 de marzo de 2017
Introducción: La Escritura nos enseña que varios de los discípulos eran pescadores,
crecieron junto al mar de Galilea, y por tanto conocían muy bien aquel lago,
seguramente concluyeron que la noche estaba muy bien para atravesar el lago,
sin embargo la Biblia nos dice “pero se levantó una gran tempestad”, fue algo repentino.
En diversas ocasiones nos damos cuenta que la experiencia y la capacidad son incapaces
ante ciertas tempestades o crisis del diario vivir.
El evangelio de Marcos 4:35-39 nos dice: “Ese mismo día, caída ya la tarde, Jesús les dijo:
"Pasemos al otro lado." Despidiendo a la multitud, Lo llevaron con ellos en la
barca, como estaba; y había otras barcas con El. Pero se levantó una violenta tempestad, y las olas se
lanzaban sobre la barca de tal manera que ya la barca se llenaba de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una almohadilla;
entonces Lo despertaron y Le dijeron: "Maestro, ¿no Te importa que
perezcamos?" Jesús se levantó, reprendió al viento y dijo al mar:
"¡Cálmate (Calla), sosiégate (enmudece)!" Y el viento cesó, y
sobrevino una gran calma.”
Es necesario
ser conscientes de la realidad de las tormentas en la vida. El mar de Galilea
es llamado así por su inmenso tamaño en contraste con el territorio de la
nación de Israel, es un inmenso lago de agua dulce. Por el bajo nivel del lago la
temperatura del aire es más caliente que en las montañas que están alrededor y
por la planicie del Jordán aparecen vientos fuertes que vienen del Hermón, todo
esto da como resultado la formación de inesperadas tormentas. Como en muchas
ocasiones sucede en la vida, las tormentas llegan cuando menos se esperan.
El Señor Jesús
dormía, él estaba confiado en el cuidado de su Padre celestial, es precisamente
esa certeza la que genera paz, tranquilidad y confianza. En contraste vemos a los
discípulos temerosos e incrédulos, el temor es lo contrario a la fe, ésta se
nutre con la Palabra del Señor, mientras que el temor se fortalece con las
palabras de ruina y fracaso.
Debemos tener en cuenta que el Señor Jesús le habló a la tormenta.
Por eso la Biblia nos dice que la vida o la muerte están en la boca. Los
discípulos estaban hablando de morir. Debemos preguntarnos ¿cómo hablamos cuando
estamos en medio de la tormenta? Pues las palabras fortalecerán la tormenta
o la harán desaparecer. Hay poder en las palabras.
El Señor Jesús
aplicó allí su fe y su autoridad, él le habló a aquella tormenta, y declaró la
“bonanza” = palabra traducida de griego “galene” que traduce además: calma,
gozo, raíz de sonreír. Nos dice la Biblia que Jesús “reprendió al viento… y
cesó el viento”, entonces es necesario hablar con autoridad y fe al origen del
problema y Dios se levantará para ayudarte.
Debemos ver también que el día había
tenido mucho trabajo, Jesús estuvo enseñando y ministrando, por eso nos dice el
texto: “despidiendo a la multitud” = versículo 36a, y por eso dormía, pero de
repente surge una tormenta. Seguramente obstáculos surgirán cuando avanzas hacía
el plan del Señor, pero persevera porque el propósito de Dios prevalecerá por
encima de los problemas.
Conclusión: Una tempestad puede venir para evitar que avances, o tal vez
procura producir miedo e incredulidad, pero persevera adelante hay una gran
victoria en Cristo Jesús, él es tu fuerza y te ayuda.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
Te invitamos a leer: "PROSPERIDAD SOBRENATURAL SEGÚN LA BIBLIA".
Jesús y la
tormenta.
viernes, 5 de febrero de 2016
12:09
Pastor Gonzalo Sanabria
avanza, Jesús, lado, milagro, otro, tempestad, tormenta
No comments
“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado… Pero
se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca,
de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un
cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que
perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece.
Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza”. Marcos. 4:35-39.
Es fundamental concientizarnos de la realidad de las tormentas. El mar
de Galilea, se llama así por su gran tamaño en comparación con el territorio de
Israel, pero es un gran lago de agua dulce. Debido al bajo nivel del mar de
Galilea, la temperatura del aire es mucho más cálida allí que en las mesetas y
montañas circundantes, y por el valle del Jordán llegan fuertes vientos
procedentes del monte Hermón, que se encuentra hacia el norte no muy
lejos de allí y cuya cima está coronada de nieve, lo que resulta en trastornos
atmosféricos, que facilitan la formación de tormentas repentinas.
Habían varios pescadores
entre los discípulos, que habían crecido allí, conocían muy bien el lago,
seguro calcularon que la noche estaba bien para viajar por el lago... “pero se
levantó una gran tempestad”, fue repentina. A veces nuestra experiencia y
capacidad son impotentes ante ciertas tormentas de la vida.
Debemos tomar la actitud correcta ante las tormentas. Jesús dormía, el
Señor confiaba en la protección de su Padre y estaba seguro del propósito
divino, esta certeza produce paz y confianza. Los discípulos estaban temerosos
e incrédulos, el antónimo de la fe es el temor, la fe se alimenta con la
Palabra de Dios, el miedo se alimenta con las palabras de fracaso.
Tu boca es el instrumento de Dios para vencer la tormenta. Jesús le
habló a la tormenta con poder, en cambio los discípulos hablaban de morir… ¿cómo
hablas tú cuando estás en medio de la tormenta? Porque tus palabras alimentarán
la tormenta o la harán desaparecer.
Jesús ejerció la fe y la autoridad, Jesús le habló a la tormenta,
ejerciendo la autoridad, y declarando la “bonanza”, palabra traducida del término
griego “galene”: que significa: calma, gozo, raíz de sonreír. Dice el texto:
“reprendió al viento… y cesó el viento”. Háblale con autoridad al origen de tu
tormenta, Dios se levantará a tu favor.
Al otro lado de la tormenta, hay una gran victoria. El plan de Jesús
era ir al otro lado, allí Jesús realizó uno de los más grandes milagros de su
ministerio: la liberación del endemoniado gadareno. A veces podemos estar
caminando en el propósito de Dios y encontrarnos con una tormenta… Había sido
un día largo de trabajo para el Señor, había estado enseñando y ministrando,
por eso dice: “despidiendo a la multitud” = vrs. 36a, y por eso dormía, pero
aparece una tormenta.
Obstáculos seguro aparecerán cuando caminas hacía el propósito de Dios,
pero esfuérzate porque el plan del Señor prevalecerá. Al otro lado hay un gran
milagro, y no serás sólo testigo de él, sino protagonista en las manos de Dios.
Reflexión final: Una tormenta puede venir para distraerte, para evitar que avances, para
generar miedo e incredulidad y hacerte retroceder, para procurar que tus sueños
se hundan, pero al otro lado hay una gran conquista, hay una gran victoria, hay
un milagro, seguro que la fe de los discípulos después de esto era más grande…
Dios tiene para ti grandes cosas.
Escrito por Gonzalo
Sanabria para Estudios
y sermones. Autorizado para ser publicado en Mensajes
y sermones para predicar.
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