Sermón: El amor y la fe superan las adversidades.
María Magdalena sabía que su vida y propósito estaban en Cristo Jesús. Juan 20:1 “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro”.
María Magdalena fue al sepulcro donde estaba el cuerpo del Señor, siendo muy temprano, estaba oscuro, seguramente aquella noche no pudo dormir, ella necesitaba al Señor, ella no podía vivir sin Aquel que la había liberado, Aquel que la había sanado, Aquel que le había dado sentido y motivo a su vida.
Juan 20:11-15 “María estaba fuera llorando junto al sepulcro… y vio a Jesús que estaba allí; más no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”.
El pasaje nos enseña que el corazón de María estaba lleno de tristeza, en sus ojos abundaban las lágrimas porque Jesús no estaba con ella, María lloraba en aquel momento porque pudo ver que en el sepulcro ya no estaba el cuerpo de su Señor y no sabía dónde le habían puesto.
Pero, la Biblia nos dice que María vio a Jesús que estaba allí, pero ella no sabía que era el Señor. Ella pensó que era el hortelano (una persona que cultiva y cuida una huerta), y le preguntó si él se había llevado el cuerpo del Maestro.
A veces, nuestras crisis emocionales generan en nuestro corazón tristeza, pesar, frustración, entre otras emociones, y estas cosas nos impiden ver al Señor. Él está a nuestro lado siempre, él nunca nos decepcionará ni nos abandonará, Jesús siempre está allí para ayudarnos.
Juan 20:16-18 “Jesús le dijo: María. Volviéndose ella, le dijo: Raboni (que quiere decir, Maestro)”. Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre, más ve a mis hermanos y cuéntales...”.
En este texto vemos que el Señor Jesús utiliza con poder su palabra para hacerla reaccionar, y precisamente allí lo reconoce. Seguramente se apresuró para ir a abrazarlo, pero el Señor la detiene pues debe primero subir al Padre celestial; pero, allí le encomienda ir a sus discípulos que él ha resucitado.
María Magdalena vino a ser la primera
persona (testigo) en ver a Jesucristo resucitado. María la de Magdala, cuyo nombre
puede traducirse: “la elegida para la grandeza”, había sido escogida desde
antes de nacer para ver y dar testimonio del Cristo resucitado. Nuestra vida no
es un accidente, ni un caso perdido, somos un diseño del cielo, somos un plan
de Dios.
Sin embargo, la Biblia nos enseña que el diablo quiso destruir a la que primero vería a Cristo resucitado, quiso destruir a la que daría testimonio de la victoria de Cristo sobre la muerte y sobre el Hades.
Sin embargo, el amor de Dios por ella, y el amor de ella por Cristo fue mucho más grande, y su profundo anhelo por Jesús fue recompensado, pues Dios se deja hallar de los que le buscan, Dios es galardonador de los que le buscan.
Es interesante, observar que en el versículo 15 ella llora de nostalgia y tristeza, pero en el versículo 16 se llena de gozo al ver que allí junto al sepulcro estaba Jesucristo, él tiene el poder para cambiar todas las cosas, él transforma las lágrimas de tristeza y dolor, en lágrimas de gozo y alegría. Cristo es Aquel que trasforma todas las cosas.
Reflexión final:
Claramente nos enseña la Biblia, que Dios nos ha diseñado con su amor y poder, procuremos
su presencia y dirección, y por el poder del Espíritu Santo podemos avanzar
hacía el destino que Dios nos ha preparado.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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