(Ofrenda de Abel). Introducción: Había
una Iglesia vieja que necesitaba una remodelación, entonces, durante el
servicio, el pastor hizo una apasionada propuesta. Al final del servicio, un
hombre muy rico se paró y anunció, "Pastor, Voy a contribuir con mil
dólares". Entonces, un pedazo de yeso cayó del techo y lo golpeó en su cabeza.
Casi que de inmediato este hombre rico se paró de nuevo, gritando: "Pastor, Incrementaré mi
donación a cinco mil dólares". Antes de que se pudiera sentar, le cayó otro
pedazo de yeso del techo, y dijo: "Pastor, voy a dar 10 mil dólares".
Se sentó, y otro pedazo de yeso cayó sobre su cabeza. Se paró y gritó:
"Pastor, daré 20 mil dólares"… Hubo un silencio… De pronto un anciano de la
iglesia gritó: "¡Vuélvele a pegar, Señor! ¡Vuélvele a pegar!".
Esta breve ilustración nos recuerda la importancia de tener un corazón generoso. Estudiemos ahora la ofrenda de Abel que nos enseña la Biblia: