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SERMONES ESCRITOS LISTOS PARA PREDICAR
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viernes, 8 de enero de 2016
“Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo”, Éxodo 5:22-23.
Recordemos que para este momento el pueblo de Israel trabaja para faraón construyéndole ciudades de almacenamiento, bajo un fuerte ritmo de trabajo y en condiciones difíciles. Moisés y Aarón enviados por el Señor, se presentan ante faraón para que deje ir a Israel, pero ante esta petición éste decide aumentar el trabajo de los hebreos, pues la paja que antes les facilitaba para hacer los ladrillos, ahora debían los hebreos buscarla.
Moisés y Aarón son ahora señalados como culpables de esta situación. Recordemos que ellos estaban haciendo la voluntad de Dios, y que fueron enviados por el Señor. Esto nos recuerda algo muy importante que debemos tener presente: el hecho de que estemos haciendo la voluntad de Dios, no significa, ni implica, que estaremos exentos de adversidades, dificultades e incomprensión.
Consideremos por ejemplo el caso de nuestro Señor Jesucristo, quien “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo” y “nunca hizo maldad ni hubo engaño en su boca”, sin embargo fue calumniado, rechazado, ofendido, resistido y traicionado.
El texto nos dice que “Moisés se volvió a Jehová”, nos habla de la oración, de buscar a Dios, y es en realidad el camino correcto ante la adversidad o ante la incapacidad de asimilar la realidad de nuestro entorno. Sin embargo, las preguntas que hace Moisés a Dios reflejan nuestra humana reacción ante lo que pensamos es un fracaso o una equivocación, y entonces cuestionamos a Dios, su manera de actuar y murmuramos de Su voluntad; Moisés pregunta: ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?
Moisés además se culpa, pues dice: “desde que yo vine a faraón… ha afligido a este pueblo”; culparnos es la otra tentación en la que caemos cuando las cosas no salen como esperamos, pero esto no soluciona la situación, por el contrario la complica. Debemos buscar a Dios como hizo Moisés, pero con el objetivo de encontrar Su dirección y estrategia para salir en victoria, pues finalmente lo que procuramos es hacer Su voluntad.
Finalmente Moisés le dice al Señor: “y tú no has librado a tu pueblo”, culpar a Dios, es otra de las cosas que somos tentados a hacer ante los resultados adversos, esto es parte de nuestra herencia adánica, pues cuando Dios le pregunta a Adán por su desobediencia, éste le responde: “la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”, notemos que no dice “mi esposa”, Adán dice “la que me diste”.
Dios no tiene falla alguna (“es de sus hijos la mancha” Deut. 32:5), Dios no se equivoca, él siempre tiene la razón, continua sentado en Su trono y sus acciones son el resultado de Su amor.
Reflexión final: En medio de las dificultades y adversidades, acudamos a Dios para fortalecernos y continuar haciendo Su voluntad, superando la incomprensión, y la tentación de querer cuestionar la obra de Dios. El Señor sabe lo que hace y a dónde nos lleva, confiemos en él.
Escrito por Gonzalo Sanabria para Estudios y sermones. Autorizado para ser publicado en Mensajes y sermones para predicar.
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