(Sermones textuales para
predicar).
Introducción: Cuando evaluamos un poco nuestra vida podemos ver
las bendiciones de Dios y reflexionar en
cuantas ocasiones él nos ha librado de la muerte, él ha sido nuestro fiel
protector y proveedor.
Es el mismo
Dios que salva a sus hijos de la crisis, de la angustia, los ayuda y fortalece
en el tiempo de la prueba. Por su amor, fidelidad y compasión, puede depositar
toda tu vida en él, nunca serás decepcionado.
El secreto de la victoria de los siervos de Dios en la Biblia, fue precisamente el confiar en Dios y en su cuidado, a pesar de las circunstancias contrarias. Es en la adversidad, donde la fe brilla con más luz.
Algunas veces el desánimo
viene, y procura estorbar nuestro caminar, el objetivo del enemigo es
precisamente detener el avance del hijo de Dios, pero la Biblia nos dice que en
Cristo Jesús somos más que vencedores. Estudiemos ahora Sermones textuales
listos para predicar:
Esta serie de
Sermones textuales listos
para predicar, la he titulado: Instrucciones
divinas para no desmayar.
Sermón textual para predicar número uno:
Ten presente que es Dios mismo quien te
defiende. Deuteronomio 20:3-4.
“Y les dirá: Oye, Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos; porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros”.
El libro de Deuteronomio
contiene las instrucciones de Dios para el pueblo de Israel antes de entrar en
la tierra prometida. El pueblo de Dios debía ser consciente no sólo de los enemigos
que allí iban a enfrentar, sino de la protección del Señor con ellos.
Enfrentarían ciudades
amuralladas, fortalezas y pueblos de gigantes, y ejércitos diestros en la
guerra, pero lo más valioso e importante era que Dios mismo iba con ellos, y esto
marcaría la diferencia.
Ante las recias batallas,
los fuertes enemigos y el transcurrir del tiempo en esa conquista, Israel
enfrentaría su propio cansancio, fatiga y aun desánimo, por eso el Señor desde
el comienzo les hace énfasis en no detenerse ante la grandeza y poder del
enemigo, sino que debían perseverar confiados en la grandeza y poder de Dios.
Por eso el Señor les dice:
“no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni tampoco os desalentéis delante de
ellos”. Israel debía hacer su parte, pero era Dios quien iba con ellos para
pelear contra sus enemigos.
“Jehová peleará por
vosotros” son palabras que nos recuerdan que es él quien nos defiende; es él
quien se ocupa de nuestros enemigos, mientras nosotros nos ocupamos de seguir
sus instrucciones y mandamientos. Ocúpate de Dios y él se ocupará de tus
enemigos
Sermón textual para predicar número dos:
Mira más la grandeza de Dios que el tamaño del obstáculo. Salmo 61:1-4.
“Oye, oh Dios, mi clamor, a mi oración atiende. Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayaré. Llévame a la roca que es más alta que yo, porque tu has sido mi refugio, y mi torre fuerte delante del enemigo. Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas” Selah.
Una vez más ante el desánimo y
agotamiento el consejo de la palabra de Dios es buscar al Señor, es adorar y
mirar su grandeza, esto fortalece la fe del creyente, porque lo que mires
determina tu actitud y fuerza.
Cuando una persona sólo ve los
problemas y los obstáculos difícilmente avanzará, pero si mira la grandeza y
poder de Dios caminará hacia el propósito del Señor para su vida.
Este Salmo es escrito por David, y
sabemos por la misma Escritura que él tuvo muchos enemigos, enfrentó fuertes
tiempos de persecución, y aun traición de sus propios hijos. Pero él sabía bien
que en Dios estaba su refugio y fortaleza, por eso aquí dice: “clamaré a ti
cuando mi corazón desmaye”.
Entonces lo correcto ante el desánimo
o agotamiento no es renunciar, ni abandonarlo todo, sino adorar y mirar la
grandeza del poder de Dios; reflexionar en cuantos milagros ha hecho a nuestro
favor; recordar cuántas victorias nos ha dado y cuando la batallaba arreciaba y
no teníamos esperanza; porque así como nos ha ayudado hasta hoy, nos seguirá
ayudando hasta su venida.
Con razón la Biblia nos dice:
“Puestos los ojos en Jesucristo”, pues el mirar a Dios con los ojos de la fe
fortalece nuestro corazón, renueva nuestra esperanza y nos hace concluir que no
hay nada ni nadie más grande y poderoso que nuestro buen Dios.
Sermón textual para predicar número tres:
Recuerda siempre quien es el que está contigo y nunca te
abandona. Josué 1:9.
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.
A la muerte de Moisés es Josué el
delegado por Dios para dirigir el ingreso a la tierra prometida y sería el
general para conquistar aquella tierra de la abundancia. Era, sin duda, un gran
desafío, por eso Dios le asegura su presencia con él.
Sabia también Dios que no sólo
enfrentarían grandes enemigos y obstáculos, sino que aquella conquista se
tomaría años, y podía Josué desanimarse en el proceso, por eso le dice: “No desmayes,
porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.
Debía Josué siempre tener presente
esta promesa, Dios mismo estaría con él, su presencia lo acompañaría todos los
días por todo lugar. Jamás Dios dejaría sólo a Josué, y eso le aseguraba la victoria
sobre sus enemigos.
Recordemos también que el Señor Jesús
dijo en Mateo 28:20 “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo”. A veces enfrentamos días difíciles, pero también otros días son
de gozo y de gran bendición, en todos estos días Dios está con nosotros.
Seguramente tendrás días donde
estarás rodeado de muchas personas, y quizá en otros días estarás solo; en
algunos días habrá lágrimas, y en otros, mucha alegría y regocijo; pero en
todos estos días hay alguien que siempre estará allí, es Dios, quien ha
prometido estar contigo todos los días.
En algunos días Josué sería criticado
por sus decisiones, pero en otros días sería aplaudido por las victorias
alcanzadas en batalla; algunos días recibiría palabras de apoyo en su labor,
pero en otros días sería acusado y cuestionado por hacer las batallas de tal o
cual manera.
Pero siempre hubo uno que nunca lo acusó, siempre estuvo a su lado
para darle fuerzas y ánimo para seguir adelante, es Dios, quien ha prometido
estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Sermón
textual para predicar número cuatro:
Fortalécete
en la fe que es en Cristo Jesús. Salmo 27:13-14.
“Hubiera yo desmayado, sino creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová, esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová”.
Este Salmo veintisiete es
también un escrito de David, el cual nos permite ver cómo sus enemigos se han
juntado contra él, lo persiguen y esperan su caída. Aquí David le pide a Dios
que no lo entregue a sus enemigos, ni a los falsos testigos. Busca en Dios
ayuda y protección y el Señor no lo decepcionó.
El versículo trece nos
enseña que David hubiera desmayado del todo, sino es porque cree y confía en la
bondad de Dios en esta tierra. El desánimo hace que la persona piense en lo
peor, hace que la persona espere una tragedia, en vez de esperar y confiar en
la bendición del Señor.
David está seguro en que
verá la bondad y la bendición de Dios en la tierra de los vivientes, él sabe
que no tiene que esperar hasta llegar al cielo para ver las bendiciones de
Dios, él está plenamente confiado en que el Señor, que es bueno y
misericordioso, le bendecirá aquí en la tierra, y también sin duda, con grandes
bendiciones en el cielo.
El versículo catorce nos
enseña o recuerda varias cosas:
“Aguarda a Jehová”, es
decir, espera en Dios, no te apresures ni te afanes, verás la bondad de Dios
sobre tu vida en esta tierra.
“Esfuérzate, y aliéntese tu
corazón”, es decir, no acojas el desánimo en tu corazón, no consientas la
tristeza y el desaliento, Dios viene con recompensa y bendición para tu vida y
para los tuyos.
“Sí, espera a Jehová”, no
permitas que el afán y la ansiedad te angustien, decide confiar y esperar los
tiempos de Dios, pues él todo lo hace perfecto en su tiempo.
Sermón
textual para predicar número cinco:
Renueva
tus fuerzas en la presencia de Dios. Salmo 138:2-3.
“Me postré hacia tu santo templo, te alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas. El día que clamé, me respondiste, me fortaleciste con vigor en mis alma”.
En este salmo David nos
enseña varias cosas respecto a la búsqueda de Dios. Cuando decidimos buscar la
presencia del Señor, nuestro ser empieza a experimentar una transformación y
renovación, pues Dios es vida y ministra su fuerza y poder a todo aquel que
entra en su presencia.
Por eso dijo también el
salmista: “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para
siempre” Salmo 16:11. Todo aquel que entra en la presencia de Dios es
bendecido.
El Salmo 138:2-3 nos
muestra varias palabras que nos permiten ver la vida de búsqueda del rey David
por la presencia de Dios. Palabras o expresiones como: “Me postraré” “alabaré”
“clamé” nos enseñan que él entraba en la presencia de Dios, y allí dice David:
“Me fortaleciste con vigor en mi alma”.
Cuando te sientas
desfallecer, cuando veas que el desánimo se levanta o viene contra ti, acude a
Cristo en oración, como lo hacía David, póstrate, alaba y clama a Dios, y de él
vendrán nuevas fuerzas, él te fortalecerá y te ayudará a perseverar y avanzar
hacia su propósito.
Cuando los pilotos de los
aviones comerciales son avisados por sus radares que por delante tienen una
tormenta, por lo general no la atraviesan, sino que vuelan sobre ella usando la
fuerza de sus motores. Fortalécete en Dios y superarás toda tormenta y
obstáculo, él nunca te dejará avergonzado.
Conclusión: Hasta aquí en esta serie de Sermones textuales para predicar hemos visto la protección y provisión de Dios, él ha sido fiel
y seguirá siéndolo. Renuévate en Dios, entra en su presencia y permite que su
poder y fuerza vengan sobre ti, no tengas temor de reconocer delante de Dios
tus debilidades y desánimo, habla con Dios y deposita tu situación en sus
manos, él hará lo mejor en tu vida. Pide al Señor nuevas fuerzas, y él te dará
en abundancia, pues él desea que camines hacia su plan.
Te invito a leer:
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria A.
Sermones textuales para predicar.
Sermón
textual: Todos querían tocar a Jesús.
Las Sagradas
Escrituras nos enseñan que la plenitud del Espíritu Santo reposó sobre nuestro
Señor Jesucristo. Por el poder del Espíritu de Dios el Maestro desarrolló un
ministerio sobrenatural. En sólo tres años evangelizó el territorio de Israel, instruyó
discípulos que luego evangelizaron el mundo conocido, en unas pocas décadas el
imperio romano fue conmovido por el mensaje del evangelio del reino y por el
poder del Espíritu Santo.
La Biblia nos
dice que grandes multitudes seguían al Señor Jesús por veredas, montes y
ciudades, todos querían un toque del Maestro, pues con sólo logra eso sus vidas
eran transformadas, ellos eran liberados y sanados por el poder de Dios.
Nos dice la
Escritura en el evangelio según San Lucas que “Toda la gente procuraba tocarlo,
porque poder salía de él y sanaba a todos”, Lucas 6:19.
Debemos
observar con detalle los que el pasaje bíblico de hoy nos dice, pues vemos que
todos procuraban tocar al Señor Jesús. El contexto del versículo, nos habla de
una multitud que seguía al Señor, y todos procuraban llegar ante su presencia,
o por lo menos, tocarlo.
Recurriendo a
nuestra imaginación, podemos ver cómo unos a otros se apretaban y se esforzaban
por alcanzar al Señor. Todos sabían que si lograban tocarlo, ese toque no sería
en vano (pues en un encuentro con Dios cualquier cosa puede pasar, nunca
saldremos con las manos vacías de Su presencia). El poder de Cristo hace
grandes cosas, pues nada es imposible para él.
Todas las
personas de aquellas multitudes, deseaban tocar al Señor, pues todos reconocían
el poder que estaba en él, la unción del Espíritu Santo, el poder de Dios
reposaba en él, y fue comisionado por Dios Padre, y el Maestro lo sabía, pues ya
estaba profetizado en la Escritura:
“El Espíritu
de Dios reposa sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar
libertad a los cautivos, vista a los ciegos, a poner en libertad a los
oprimidos”, el Señor Jesucristo vino con poder y con la autoridad de Dios Padre
para restaurar y liberar a las personas, y por esto es que todos procuraba
tocarlo o ser tocados por él.
En ese deseo
de las personas, podemos ver que los habitantes de la región reconocían que en
el Señor Jesús estaba el poder para sanar, salvar y librar a todos los
afligidos, y por esa razón ellos venían a él, pues veían una oportunidad de cambio
y Jesús no los decepcionó, conforme a su fe y esperanza así lo hizo.
(Sermones
textuales para predicar).
La Biblia también
nos enseña que el poder restaurador y sanador de nuestro Señor Jesucristo es
integral. Él no vino sólo a sanar a los enfermos y liberar a los cautivos,
también dio su vida en la cruz para dar salvación a los hombres, a todos
aquellos que por la fe en su obra reciben el perdón de sus pecados, y la vida
eterna.
Sin lugar a
dudas, el milagro más grande sucede cuando una persona recibe la salvación,
pues es liberada de la enfermedad más mortal y cruel, como es el pecado y la
condenación eterna (el pecado es la más terrible plaga que lleva al ser humano a
la condenación eterna).
Conclusión:
Como nos enseña la Biblia, por amor Dios envió su Hijo Jesús, y mientras el
Señor estuvo en la tierra anduvo sanando, restaurando, liberando, anunciando el
evangelio del reino y perdonando los pecados de los hombres, él resucitó al
tercer día, y ahora vive en nosotros, él transforma vidas, sana y libera.
Es el mismo
Dios que salva a sus hijos de la crisis, de la angustia, los ayuda y fortalece
en el tiempo de la prueba. Por su amor, fidelidad y compasión, puede depositar
toda tu vida en él, nunca serás decepcionado.
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Sermones textuales para predicar -
Sermón: Jesucristo tiene poder sobre toda
tormenta.
Nos dice la
palabra de Dios en el evangelio según San Juan: “y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Estaba
ya oscuro, y el Señor Jesús no había venido a ellos. Y se levantaba el mar con
un gran viento que soplaba. Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios,
pudieron ver al Señor Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y
tuvieron gran temor”, según Juan 6:17-19.
La palabra de
Dios en los evangelios, nos enseña que muchos obstáculos tuvieron que superar
los discípulos de Jesús. Por ejemplo, cuando pasaron el Mar de Galilea para
llegar a la otra orilla.
En primer
lugar, ellos enfrentaron la incertidumbre (“estaba oscuro, y Jesús no había
venido a ellos”), esto nos permite concluir que los discípulos no podían
guiarse bien, pues no había luna ni estrellas en el cielo, ni podían ver las
montañas a los lejos para ubicarse, y físicamente no podían ver, ni tocar al
Señor Jesús.
Sin embargo,
nos enseña la Escritura, que un tiempo después el Señor mismo vino y libró a
sus discípulos de la tormenta. Cristo tiene cuidado de los suyos, nunca los
abandona.
Debemos tener
presente que los discípulos estaban en la voluntad de Dios, pues fue el mismo
Señor Jesús quien los envió a la otra orilla del mar. Dios mismo tendría
cuidado de ellos, y lo vemos actuando de manera sobrenatural librándolos de la
tormenta y del temor. No hay obstáculos que puede detener los planes del Señor.
Debemos considerar
ahora, en segundo lugar, el hecho de que los discípulos deben superar una
fuerte oposición en el mar de Galilea. Según nos dice el evangelio de Mateo 14
“la barca era azotada por las olas, porque el viento era contrario”, a la
intensa oscuridad, se añade ahora un mar embravecido.
En la
Sagradas Escrituras, el mar hace referencia a la maldad (en el libro de Génesis,
capítulo uno, el mar está asociado al “caos”, en el libro de Apocalipsis trece
se nos dice que “del mar subió una bestia” quienes el anticristo, y en
Apocalipsis capítulo veintiuno se nos dice que “el mar ya no existirá más…”,
entonces, el mar podemos considerarlo como aquello que te quiere detener, hablamos
de cosas como los problemas, las tentaciones, el rencor, los espíritus
inmundos, entre muchas otras cosas).
Ahora veamos
en tercer lugar, otro aspecto importante y es la lucha contra el miedo. El pasaje
bíblico nos dice que ellos “tuvieron miedo”. Vale hacernos la pregunta: ¿Qué es
el miedo? En la Biblia, el término “miedo” se traduce de la palabra griega “Fobos”,
que además quiere decir: Aquello que provoca huida.
Al observar
la Enciclopedia, se nos dice que el miedo es una reacción ante un peligro o
amenaza, que conduce a la acción, como la agresividad, huida, parálisis, entre
otras reacciones. El miedo es un obstáculo a superar, y por eso continuamente
Dios nos dice: “No temas, porque yo estoy contigo”. El miedo es una herramienta
del enemigo para detener el avance del hijo de Dios.
(Sermones
textuales para predicar).
Una cuarta situación
que podemos observar en este evento, es que los discípulos del Señor tuvieron
que enfrentar el agotamiento. Según la Biblia, los discípulos han remado por
seis horas o más, con el viento en contra y un mar agitado, ellos no han
logrado avanzar más de cinco kilómetros.
Es interesante,
tener en cuenta aquí, que el evangelio según San Marcos 6:48 (pasaje que añade pormenores
de este acontecimiento), nos enseña otro detalle significativo: “Y viéndoles
remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia
de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles”.
“Cerca de la
cuarta vigilia”, es una expresión que nos permite ver que el Señor Jesús llegó
a las tres de la madrugada (entonces pasaron aproximadamente ocho horas en
aquella situación), el Señor no se demoró ni se adelantó, nuestro Señor Jesucristo
sabe a qué hora llegar, él actúa en el momento preciso, y debemos ser
conscientes que sin él nada podemos lograr. El poder de Jesús está sobre toda
tormenta, y su mano poderosa se manifiesta en el momento preciso y justo. (Escrito
por Pastor Gonzalo Sanabria). – Sermones textuales para predicar -
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(Espero que esta serie de Sermones textuales listos para predicar sean de bendición y
edificación para tu vida y para la de aquellos que te puedan escuchar).
"Jehová es mi pastor, nada me faltará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombre de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento" Salmo 23:1, 3-4.
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