Dios ama las familias y ha planeado para cada una de ellas grandes bendiciones, aunque el enemigo se levante para dañar o destruir mayor es Cristo...
“Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.”, Éxodo 12:21-22.
Dios ha manifestado su poder sobre Egipto mediante las plagas enviadas, y ahora viene la muerte de los primogénitos, evento que terminará con la salida de los hebreos de Egipto. Es interesante que debían sacrificar un cordero por familia, pues aquí Dios nos recuerda su deseo de salvar familias.
Vemos esto también por ejemplo, cuando Noé y su familia fueron salvos del diluvio; cuando los ángeles procuraron salvar a Lot y su familia; y cuando la salvación llegó a la familia del carcelero de Filipos, a quien Pablo dijo: “cree en el Señor Jesucristo, y serán salvos tú y tu casa”. Por eso confía en Dios, intercede por tu familia, con la ayuda del Señor dales un testimonio coherente y Dios tocará sus corazones.
El cordero que se sacrificaba debía cumplir con ciertos requisitos, debía ser perfecto, de un año de edad, sin fractura o defecto alguno; todo esto apuntaba a Cristo, era sombra de lo que había de venir. Jesús es ese Cordero: santo, inocente, sin defecto ni pecado, perfecto, es pues el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
La sangre del cordero debía ser aplicada en el marco de la puerta con un manojo de hisopo (ramas de un arbusto), ninguno podía salir de la casa esa noche. Todos habían entrado a ella, confiados que la señal de la sangre los guardaría del juicio, y ninguno de sus hijos pereció al igual que ningún miembro de la familia.
Aquí vemos el mensaje de Dios para los hombres desde el comienzo de la Biblia: “la fe en la sangre del cordero produce salvación”. Este acontecimiento, nos recuerda el poder de la sangre de Jesús, que nos limpia de pecado, nos libra de la esclavitud, es señal nuestra como pueblo redimido para Dios, y que debemos procurar sea aplicada a toda nuestra casa, porque recuerda en Dios hay salvación para tu familia, en él hay restauración y sanidad.
La sangre en las puertas era la señal y el heridor (o ángel destruidor) no podía entrar a las casas señaladas, así fueron librados y protegidos del juicio aquella noche. En la mañana el pueblo de Israel salió libre de la opresión egipcia y llenos de los tesoros egipcios, hacía la nueva tierra que Dios les tenía preparada.
Recordemos que nuestra pascua es Cristo y que ya fue sacrificado, y es la pascua la que nos recuerda que en Cristo somos librados del juicio venidero, libres de la esclavitud de las tinieblas, protegidos por Su poder y con derecho a la herencia del Padre celestial en Cristo, como hijos de Dios.
Reflexión final: Desde el A.T. vemos la manifestación del deseo de Dios para sus hijos, libertad, salvación, salud, prosperidad integral, protección y bendición. Además, es el deseo de Dios que toda nuestra familia venga al conocimiento de Jesucristo. Persevera, no dejes de orar por ellos, dales amor y se paciente, y el Espíritu Santo hará la obra en medio de tu casa.
Hay salvación para tu familia. - Temas para predicar -
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