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SERMONES ESCRITOS LISTOS PARA PREDICAR
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jueves, 23 de abril de 2020
Introducción: La vida del
Señor Jesús fue en sí misma una ofrenda de adoración al Padre celestial, él
vivió en esta tierra para hacer la voluntad de Dios. Cuando vemos los evangelios
y observamos a Jesús sanando, liberando, salvando y restaurando, estamos viendo
la voluntad del Padre expresada a través del Hijo. La actitud de Jesús en su
vida fue de adoración y alabanza, siendo esto expresado en el continuo hacer la
voluntad de Dios...
Jesús vivió para hacer la
voluntad de Dios
Nos dice Mateo 11:25-26 “En aquel
tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las
revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”.
Este pasaje bíblico nos recuerda que
los fariseos, sacerdotes y maestros de la ley de aquella época no recibieron al
Mesías, ni su mensaje; y por eso se perdieron los beneficios del reino de Dios
que el Padre envió inicialmente sobre su pueblo: Israel.
Las bendiciones del reino de
Dios a través de Jesús finalmente se destinaron para los “niños”, es decir,
para aquellos que con corazón sincero y humilde reconocían su condición
espiritual y su gran necesidad de Dios, de su perdón y salvación. La revelación
de Dios vino a los de corazón sencillo, quienes recibieron sanidad, liberación,
restauración y salvación en Cristo Jesús.
La frase final de Jesús: “Sí,
Padre, porque así te agradó”. Nos permite ver el gozo del Señor Jesús al ver la
mano de su Padre celestial hacer según su buena voluntad. Un hijo de Dios
maduro espiritualmente hablando, no cuestiona ni murmura la voluntad divina,
sino que se goza al ver al Padre hacer su buena, perfecta y agradable
voluntad.
Creo, personalmente, que el
propósito de Dios con cada hijo es precisamente ese, que seamos como Jesús y
por tanto que lleguemos a ese nivel, cuando nuestra única y plena satisfacción
sea ver la voluntad el Padre hecha realidad en nuestra vida.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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