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lunes, 16 de mayo de 2016
La consagración a Dios es
fundamental, Romanos 12:1-2. Las
palabras de Pablo nos recuerdan cuando los judíos presentaban sus sacrificios
al Señor, ahora en Cristo debemos presentar nuestro cuerpo a Dios para hacer su
voluntad, por eso dice “vivo, santo y agradable a Dios”.
El cristiano es llamado a una transformación que se
alcanza mediante la renovación del entendimiento o mente. Acción que se logra a
través de la Palabra de Dios, la obra del Espíritu Santo y la disposición del
creyente. Dios mismo ha puesto la mente de su Hijo en nosotros (“Más nosotros tenemos
la mente de Cristo” 1 Corintios 2:16) y debemos procurar el crecimiento y
fortalecimiento de ésta en nosotros.
El resultado será palpable al desarrollar la capacidad
para discernir entre el bien y el mal, y la habilidad de Dios en el creyente
para descubrir y elegir la buena, agradable y perfecta voluntad del Señor, y es
en éste camino donde el hijo de Dios experimentará un sobrenatural respaldo de
Dios en su vida.
La humildad glorifica a Dios por su poder, Romanos 12:3-8.
Nuevamente el apóstol Pablo nos recuerda la
importancia de evitar el orgullo y la arrogancia, no debemos pensar demasiado
bien de nosotros mismos. Él sabe muy bien que por la gracia de Dios es apóstol,
en una ocasión dijo: “Por la gracia de Dios, soy lo que soy”.
La frase “Conforme a la medida de fe que Dios repartió
a cada uno” nos habla de aquella fe impartida por Dios para cumplir con una
misión delegada por él. Esto lo vemos por ejemplo en el capítulo once de
Hebreos dónde Dios impartió una medida de fe a cada uno conforme a la tarea que
había que llevar a cabo.
Todos los nacidos de nuevo en Cristo somos miembros de
un solo cuerpo: la iglesia, y cada miembro recibe la vida de Cristo y todos nos
pertenecemos y necesitamos mutuamente, así como en el cuerpo natural todos los
miembros son importantes.
Dios asigna o delega dones en cada uno de los
miembros del cuerpo para desarrollar un servicio o tarea específica para
bendición o edificación del cuerpo. Por esto nos necesitamos los unos a los
otros.
El carácter que se espera de un cristiano, Romanos 12:9-18.
En los siguientes versículos Pablo enumera una serie
de actitudes y virtudes que debe desarrollar y ejercer el hijo de Dios, como
llamado por Dios a ser cristiano debe vivir como tal:
Con amor genuino, sincero sin hipocresía.
Con amor fraternal valorando al otro.
Diligentes en el servicio.
Amables y constantes en la oración.
Sin orgullo ni arrogancia, sino con humildad.
No tomar justicia por sus propias manos.
Pablo por el Espíritu abarca casi todas las áreas de
vida del ser humano, y vemos que al resumir nos indica una vida en la que el
carácter de Cristo es manifestado, sus acciones son el resultado de una
transformación espiritual que es evidenciada en la vida diaria. La verdadera
vida espiritual no se aísla, por el contrario se convierte en una generadora de
bienestar en su comunidad y cautiva a quienes no conocen al Señor Jesús.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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