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SERMONES ESCRITOS LISTOS PARA PREDICAR
. . Sermones escritos listos para predicar - para predicar. A continuación ponemos a tu disposición un listado de sermones escr...
sábado, 8 de octubre de 2016
Introducción: No podemos negar ni ocultar que en la iglesia del Señor se presentan
diferencias y conflictos, y cuando esto sucede cuál debe ser la actitud y
comportamiento del cristiano? La Biblia nos enseña que debemos ser
pacificadores y no alentar el dañino fuego de la murmuración y de la
división…
a) La madurez y la sabiduría otorgan autoridad, 1 Corintios 6:1-3.
“¿Osa alguno de vosotros, teniendo algo contra otro, ir a juicio delante
de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que
los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por
vosotros, ¿sois indignos de juzgar las cosas más pequeñas? ¿O no sabéis que
hemos de juzgar ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”
La iglesia de Corinto no juzgaba a quienes debía juzgar, y dejaba ese
juicio a quienes no debían hacerlo. Según el versículo uno ellos estaban yendo
a donde los injustos a buscar justicia. A todas luces esto era inapropiado.
El apóstol mediante algunas preguntas enseña que los cristianos redimidos
han de juzgar el mundo y a los ángeles, es decir, ya que a Cristo se le ha dado
todo juicio, en unión espiritual con él participamos de toda su gestión.
Habrá seguramente casos que requieren la participación de la ley natural
(casos graves, por ejemplo el mismo Pablo apeló a Cesar) pero en general entre
creyentes debe buscarse conciliación primeramente a nivel de la iglesia local.
Debemos tener presente que ante una dificultad entre creyente y un no creyente,
la iglesia no tendría autoridad para dirimir, pues éste último no debe sujeción
a la iglesia local.
b) Vence con el bien el mal, 1 Corintios 6:4-8.
En ésta sección Pablo dice varias cosas muy interesantes:
La iglesia no reconocía a los sabios entre ellos o no los había, y por
tanto no tenían a quien recurrir para juzgar o solucionar las discordias entre
los hermanos.
“Ya es una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos” así
que cuando ellos recurrían al tribunal de los incrédulos ya estaban mal, pues
no es de esperarse que entre los miembros del mismo cuerpo, la iglesia de
Cristo, hayan pleitos y discordias.
“¿Por qué no sufrís más bien el
agravio?” frase con la que el apóstol nos recuerda la enseñanza del Señor
Jesús: “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera ponerte a pleito y
quitarte la túnica, déjale también la capa” Mateo 5:39-40.
c) La gracia de Dios en Cristo nos ha rescatado, 1 Corintios 6:9-11.
Pablo presenta una serie de conductas pecaminosas en la que vemos que
coincide con Santiago, pues ambos sostienen que la genuina fe genera buenas
obras, y la ausencia de éstas evidencia la falta de fe.
Es significativo tener presente aquí la inmoralidad liberal en la que
vivían los romanos y griegos, pues precisamente Pablo destaca la condena sobre
el uso antinatural (es afirmado por la historia que Sócrates, y la mayoría de
los primeros emperadores romanos practicaron el homosexualismo).
El apóstol le recuerda a la iglesia de Corinto: “eso erais algunos de
vosotros” pero la gracia y el poder redentor (el que rescata) y transformador
(el que cambia la vida) de Cristo ha venido sobre ellos. Por el poder de Dios
han sido lavados (por la sangre de Jesús), santificados (llamados o apartados
para Dios) y justificados (sin culpa ante Dios por la fe en la obra de Jesús en
la cruz).
d) La libertad en Cristo santifica, 1 Corintios 6:12-14.
Al parecer los creyentes de Corinto estaban aplicando mal el concepto de
libertad en Cristo, pues permitían la inmoralidad bajo éste argumento
contaminando así a la iglesia. Cuando una persona se entrega a un hábito que lo
domina ya no es libertad es más bien una esclavitud.
El cuerpo del creyente, el cual por lógica involucra al ser integral, debe
ser preservado del mal y de la fornicación, pues es templo del Espíritu Santo,
debe glorificar a Cristo y será resucitado por el Padre.
e) Miembros de Cristo, 1 Corintios 6:15-17.
El creyente está unido a Cristo, pues el que se une al Señor se hace uno
con él en espíritu; también el cristiano es miembro del cuerpo de Cristo. Por
tanto nos enseña el pasaje que en la fornicación se efectúa una nueva unión y
la persona se hace uno con otro y se le quita a Cristo lo que es de él. La
inmoralidad sexual tiene como objetivo romper la unión del creyente con Cristo,
y por eso es importante el arrepentimiento sincero y una comunión con Dios
renovada y sostenida en Cristo.
f) Huid de la fornicación, 1 Corintios 6:18-20.
“Huid de la fornicación.
Todo pecado que el hombre comete, está fuera del cuerpo; más el que fornica,
contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, el
cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados
sois por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios.”
La palabra “Huid” hace referencia en su original a una práctica habitual.
Pablo respecto a la fornicación no plantea opciones como resistir o luchar,
dice: “huye” (en éste caso lo mejor es huir). Podemos recordar la actitud de
José quien ante la presión de la esposa de Potifar para que durmiera con ella
prefirió huir (Génesis 39:1-12).
El Espíritu Santo habita en el creyente porque es su propiedad, la compró a
precio de sangre en la cruz, por eso dice la Escritura: “no sois vuestros”.
Ante esta realidad el hijo de Dios debe glorificar al Señor evitando todo lo
que pueda contaminar al templo y más bien debe reflejar o dar evidencias de
Aquel que ahora vive en él.
Escrito
por Pastor Gonzalo Sanabria. - Principios para solucionar conflictos en la iglesia | Santificación -
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