Introducción: Varios siervos de Dios en la
Biblia enfrentaron crisis de fe, por ejemplo Elías cuando quería morir, Juan Bautista
cuando envió a preguntar si Jesús era el Mesías, entre otros, sin embargo el Señor
no desampara a sus hijos. Él siempre está a nuestro lado para animarnos y
darnos nuevas fuerzas para vencer y superar los obstáculos y trampas del
enemigo. Nuestra fe en el Señor debe fortalecerse y madurar, pues es así como
conquistamos las cosas nuevas que Dios nos ha preparado…
Sermón: La fe en Dios debe crecer.
Vamos a considerar la evolución de la fe de Tomás,
discípulo de Jesús, Juan 20:19-21, 24-25
“Cuando llegó la noche… estando las puertas
cerradas… vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y dicho esto
les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al
Señor… Pero Tomás… llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús… él
dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el
lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”.
Con frecuencia
muchos empezamos siendo “simpatizantes” de la palabra de Dios, oidores
solamente, quizá nos gusta escuchar las charlas o reflexiones, pero nada más.
El objetivo de Dios es que vamos al otro nivel, es decir nacer de nuevo por la
semilla de la palabra, y es cuando nos convertimos en hijos de Dios, nuestro
anhelo es conocer más al Señor y todo lo que tiene para nosotros.
Entonces
venimos a ser seguidores y discípulos de Jesús. El Señor comienza a trabajar en
cada uno de nosotros, y como los doce somos llamados a crecer en la fe. Con
frecuencia el Maestro los motivaba a crecer y fortalecer su fe en el poder y
cuidado de Dios, por ejemplo cuando estaban en medio de la tormenta en el mar
de Galilea.
Sin
embargo vemos a Tomás incrédulo ante la resurrección de Jesús, y por eso dijo
“Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar
de los clavos, y metiere mi mano en sus costado, no creeré”. El Señor ya les
había dicho varias veces que resucitaría, sin embargo a Tomás le costaba
trabajo creer.
Nos
dice Juan 20:26-29 que el Señor
nuevamente los visitó y básicamente le dice a Tomás “Toca y mira mis señales en
mis manos y en mi costado… y no seas incrédulo sino creyente”. Tomás no sólo
reconoce al Señor, sino que recibe una gran enseñanza en su vida, enseñanza que
transformó su fe en Jesucristo el Señor.
Recordemos
que el Señor Jesús ante la muerte de Lázaro le dijo a Marta: “No te he dicho
que si crees verás la gloria de Dios” y en efecto el Señor resucitó a Lázaro. Cuando
Abraham y Sara (por su avanzada edad y por la esterilidad de ella) no creían
que podían tener un hijo Dios les dijo en Génesis 18:14 “Hay alguna cosas
difícil para Dios” y nació Isaac. Cuando el ángel le dice a María que tendrá un
hijo sin conocer varón, y ella dijo “¿Cómo será esto?” el ángel le dijo en Lucas
1:37 “Nada hay imposible para Dios”.
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Tomás llegó a ser un gran apóstol de Jesucristo.
La historia de la
iglesia y la tradición le atribuyen a Tomás la evangelización de Oriente
(Asia), predicó en Persia, Etiopia y en la India donde fundó varias iglesias.
Muere en la India atravesado por una lanza ante la ira de los sacerdotes de
allí.
Entonces Tomás superó su inconstante y frágil fe, se convirtió en un
hombre fuerte y sólido en su fe en el Cristo resucitado, tanto creció en la fe
que dio su vida por la fe y por la predicación en el Nombre del Señor. Su fe
dio grandes frutos al evangelizar varios países y dejar fundadas varias
iglesias.
Conclusión: Jesús fue paciente
en la formación de Tomás, nunca lo rechazó por su incredulidad o inconstante
fe, jamás lo trató con palabras groseras, y nunca lo ofendió, el Señor con un
constante amor le enseñó, y Tomás aprendió a creer en Dios, su fe creció de tal
manera que su obra marcó la historia de la iglesia. (Escrito por pastor Gonzalo Sanabria).
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