Introducción: La Biblia nos
enseña que a Dios debemos pedirle, esto implica que al Señor le gusta bendecir a
sus hijos. Pedimos muchas cosas y diversas. Gracias a Dios que él nos concede las cosas
que están conforme a su voluntad. Es necesario que valoremos lo que Dios
valora, y cuidemos lo que él nos entrega...
El ministerio es un tesoro.
“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro,
para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. 2 Corintios 4:7
Después de
conocer a Cristo, uno de los deseos que surge con mucha fuerza en nuestro
corazón es el de servir a Dios, conocerlo más, y apasionadamente empezamos a
hacer cosas para él.
Sin embargo en
éste propósito nos encontramos con obstáculos que superar, resistencia y
oposición que debemos vencer, decepciones, luchas y pruebas. A veces ante todo
esto el hijo de Dios se puede preguntar ¿Voy en el camino correcto? ¿Vale la
pena hacer todo esto y perseverar? Y muchas veces se puede podemos decir ¿Por
qué?
Aquí es muy
importante tener en cuenta fundamentos cómo los que nos enseña el texto de hoy:
2 Cor. 4:7. Pablo dice: “éste tesoro”: con éstas palabras, el apóstol Pablo se
refiere en contexto al ministerio, resaltando lo valioso y precioso que es, por
tanto, debe ser conservado con sumo cuidado, recordando que es una riqueza del
cielo puesta en la tierra.
“Tesoro” del griego: “tesauros” que traduce
además: deposito, cofre, riqueza. Luego eres un vaso en el que Dios ha puesto
riquezas celestiales (dones, talentos, capacidades). Ejemplo: aquel hombre
dueño de una montaña que toda la vida trabajo en ella la agricultura y
sobrevivió con su familia.
Uno de sus hijos estudió y descubrió que bajo sus
pies había una mina de oro, para él descubrir ese tesoro tuvo que investigar,
profundizar. No te conformes con sólo lo que ves, hay mucho más para ti, Dios
ha puesto hermosos y grandes tesoros en ti.
Esto también nos
recuerda la gracia de Dios, pues los dones, talentos o ministerios que hay en
nosotros son por la obra de Jesús, no por méritos personales. “vasijas de
barro”: expresión con la que el apóstol se refiere a las personas que llevan el
ministerio, destacando su humanidad (debilidades, errores, fragilidad, etc), y
su necesidad de depender de Aquel que los llamó, pues una vasija de barro no es
fuerte en sí misma.
En el griego la
palabra barro aquí destaca la condición del mismo: barro cocido. Es aquel que
ha sido procesado, moldeado por las manos del Alfarero divino, y que ha pasado
por el horno. A veces podemos pensar en el proceso que todo saldrá mal, pero el
Alfarero sabe lo que hace, el barro sólo debe disponerse en sus manos y confiar
en su bondad y buen juicio (él nunca se equivoca).
¿Por qué no es el
vaso de otro material? Hierro o acero, por ejemplo. Porque procura el Alfarero
que nunca el vaso se olvide que el tesoro es de Dios, y no de los hombres. “Para
que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros”: en ésta frase Pablo
destaca cuán sobrenatural son los dones de Dios, el término excelencia aquí traduce
también “grandeza extraordinaria”, que Dios deposita en sus hijos conforme a Su
voluntad.
Sin embargo,
también Pablo por el Espíritu nos enseña que esa excelencia es de Dios, para la
gloria de Dios y no para los hombres. Es por eso que los siervos de Dios
debemos tener en cuenta que somos vasijas de barro, y que el alfarero y dueño
es el Señor. Que toda la gloria le pertenece a Dios.
Es por la gracia de Dios que hoy
tenemos salvación, y que tenemos el privilegio de participar de Su obra. La
excelencia de Su poder, de la que hemos hablado, se manifiesta con mayor
resplandor en aquellos que con corazón manso y humilde, procuran que su Nombre
sea glorificado, pues finalmente el poder es de Dios.
Reflexión
final:
Dios nos ha alcanzado con Su gracia, dándonos
salvación e impartiendo en nuestra vida dones para servir en Su reino,
persevera con gozo en tu servicio al Señor Jesús, sabiendo que es por su poder
que podemos hacerlo. Aunque tu entorno sea difícil y adverso, recuerda que es
temporal, y que Jesús venció y ahora vive en ti.
Ten presente Dios te
recompensará aquí y en su reino. Pablo enfrentó muchas dificultades, oposición,
enemigos, peligros, decepciones, pero siempre Dios lo guardó y fortaleció.
Adelante, Dios está contigo.
Escrito por pastor Gonzalo Sanabria.
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