Como podemos ver es maravilloso ver el glorioso resultado de seguir las palabras del Señor Jesús. Por eso es muy importante acercarnos a Dios con sencillez y fe, y por supuesto, con el deseo de ser dirigidos por su poderosa palabra.
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jueves, 27 de agosto de 2020
Sermón: Sigue a Jesús y espera los mejores
resultados.
Ante las dificultades de la vida
reaccionamos de maneras diferentes. Por ejemplo, ante un problema puede generarse
el desánimo, y las palabras negativas que expresamos muestran, sin duda, la condición
de nuestro corazón.
La palabra de Dios nos enseña que el apóstol
Pedro había crecido a orillas del mar de Galilea, allí se formó como pescador,
y por lo tanto conocía muy bien este lago, y las técnicas apropiadas para
realizar la pesca allí.
Según el Evangelio de Lucas la Biblia
nos dice que los discípulos del Señor estaban pescando en horas de la noche
¿por qué a esas horas realizaban la pesca?
Porque en las horas de la noche es
que los peces suben a la superficie, sin embargo en aquella mañana, después de
haber pescado con esfuerzo y dedicación durante toda la noche no habían pescado
nada, entonces, toda su experiencia y conocimiento no habían sido efectivos.
Con cierta frecuencia, nuestro buen
Dios permite estas cosas para enseñarnos a confiar en él, y a seguir fielmente
las instrucciones que él nos da.
Nos dice la Escritura en el evangelio
de Lucas que “Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, hemos trabajado toda la
noche, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo
hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía”, según Lucas
5:5-6.
Como podemos ver es maravilloso ver el glorioso resultado de seguir las palabras del Señor Jesús. Por eso es muy importante acercarnos a Dios con sencillez y fe, y por supuesto, con el deseo de ser dirigidos por su poderosa palabra.
Es muy importante entonces, que el
corazón humano sea enseñable y manso, y permita que el poder de Dios haga su
obra completa. Sigamos el consejo del Señor y sin duda, los mejores resultados vendrán.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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