La
Biblia nos dice: “Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas;
y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la
primogenitura” Génesis 25:34.
(Valora lo que Dios te da) Los hermanos gemelos Esaú y Jacob, crecieron juntos
y con los mismos padres, pero podemos ver que desarrollaron diferentes perspectivas
respecto a las bendiciones y privilegios que Dios nos regala. El contexto del
pasaje anterior nos enseña que Esaú vendió su primogenitura por un plato de lentejas. No cambies la bendición de Dios por cosas terrenales y pasajeras
Cuando nos detenemos en algunas expresiones y palabras,
podemos identificar la indiferencia que Esaú tenía por los favores del Señor,
lo vemos por ejemplo cuando dice:
a) “¿para qué me servirá la primogenitura?”
b) “comió, bebió, se levantó y se fue”.
Es necesario considerar ahora lo que significaba en
ése tiempo la primogenitura: la historia y la tradición judía enseña que el
primogénito heredaba el doble de sus hermanos, el liderazgo de toda la familia
o clan, y recibía el derecho “sacerdotal” ante el Señor por toda la familia (esto
significa que él presentaría los sacrificios, ofrendas y oraciones a Dios).
Esaú negoció o cambió su primogenitura por el pan y
las lentejas que son figura de aquellos “valores terrenales” que en algún
momento pensamos son de mayor valor que los privilegios y oficios celestiales.
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En el Nuevo Testamento Esaú es llamado profano, la
Biblia nos dice: “…profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su
primogenitura” (Hebreos 12:16). La palabra hebrea para profanar
traduce también: irreverencia, pisotear, vulgar.
Vemos pues que Esaú no valoró
con temor de Dios lo que él le estaba entregando. Con frecuencia descuidamos
grandes tesoros que el Señor entrega, por eso con diligencia debemos cuidar y
valorar lo que Dios nos da.
Es muy importante considerar aquí que el versículo
29 nos dice: “Esaú venía del campo cansado”, estaba fatigado, agotado, lo que
seguramente lo hizo más vulnerable. Es muy importante cuidar nuestra fortaleza
en Dios, y nuestra vida de comunión con él
Recordemos aquí que cuando el Señor Jesús estaba en
el desierto en ayuno al final “sintió hambre”, y vino el diablo procurando hallar
una debilidad en el Señor y le dijo: “convierte estas piedras en pan”, pero Jesús
venció, pues su fortaleza y alimento fue hacer la voluntad del Padre celestial.
La expresión “así menospreció Esaú la
primogenitura” nos hace ver su gran equivocación y falta de discernimiento. Sin
embargo debemos cuidarnos, pues a veces nosotros cambiamos o menospreciamos las
bendiciones y privilegios que el Señor nos ha dado, como la relación con él,
nuestra familia, el servicio, el trabajo honesto y otros, por cosas cuyo valor
es temporal, corruptible y mentiroso.
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