El poderoso cuidado de Dios.
En Daniel 3, nos dice la Palabra que el rey Nabucodonosor hizo una estatua
de oro, ante la cual, todo el pueblo debía inclinarse y adorarla; de modo que,
si alguien no obedecía el mandato del rey sería echado al horno de fuego.
Sadrac, Mesac y Abed-nego, (judíos residentes en Babilonia), en obediencia
a Dios, no sirvieron a otros dioses ni se postraron y adoraron aquella estatua;
y, por tanto, se cumplió el mandato del rey, fueron echados en el horno de fuego.
Pero ellos no dudaron en que Dios estaba al control total de sus vidas y que les
libraría de todo mal; y, así fue, a pesar de que su futuro parecía estar
totalmente abocado a la muerte, Dios no les falló y salieron ilesos.
Ellos no fueron avergonzados por su fe en Dios (promesa dada en Romanos
10:11, “Todo aquel que en él cree no será avergonzado”); sino que fueron
engrandecidos por el rey; y a su vez, Dios fue glorificado, bendecido y puesto
en honra sobre toda nación y pueblo.
Otro ejemplo del poderoso cuidado de Dios, lo vemos en la vida de David, quien
se enfrentó en varias ocasiones al peligro de muerte. Hoy fijamos la mirada en
una de ellas, el enfrentamiento contra Goliat (1 Samuel 17). Vemos que esta
situación, llegó a David de casualidad. Él no estaba con el ejército israelita
peleando contra los filisteos, pero Dios, en el momento adecuado, le puso allí,
porque tenía un propósito para él.
En obediencia a su padre, un día David fue a buscar a sus hermanos para ver
que estaban bien; y estando allí con ellos, llegó Goliat, un guerrero de toda
la vida, que llevaba desafiando durante 40 días al ejército israelita, buscando
un hombre que pelease contra él; y fue David quien aceptó el reto sólo por el
hecho de que confiaba plenamente en Dios.
El enfrentamiento con este gigante, puede compararse con situaciones que
podemos vivir cada uno de nosotros en nuestras vidas, situaciones en las que parece
imposible salir victoriosos de ellas (una enfermedad, una situación laboral o
económica muy complicada, relaciones rotas, etc) pero si observamos con
detenimiento los detalles que nos da la Palabra vemos que, contra todo
pronóstico, se puede obtener la victoria.
De Goliat se expone, que su estatura era de 6 codos y un palmo (aprox. 3 metros),
su casco y su coraza pesaban cinco mil siclos (aprox. 58 kilos), polainas de
bronce para proteger las piernas y jabalina al hombro, el asta de su lanza se
parecía al rodillo de un telar y tenía una punta de hierro que pesaba 600
siclos (aprox. 7 kilos) y, además, llevaba un escudero delante de él. Con esta
descripción, podemos imaginar un hombre de guerra, imponente, que atemorizaba, con
la estatura y peso de un gigante, totalmente entrenado, instruido y preparado
para la batalla.
En cuanto a David, vemos un joven sin experiencia en guerra, portaba su
bastón, su honda y su bolsa de pastor con 5 piedras lisas que cogió del río. No
pudo portar la armadura y el casco que el rey Saúl quería ponerle, porque no
sabía moverse con todo eso. En este caso, nos hacemos una imagen de un joven
indefenso, inexperto, sin conocimientos de la batalla y sin vestimenta
adecuada.
Pero David, llevaba algo que no llevaba Goliat, llevaba la mejor de las
armaduras, la armadura celestial, su total seguridad y confianza en Dios. Sólo
necesitó la primera piedra para vencer al poderoso guerrero gigante, porque
Dios estaba con él.
Por tanto, podemos extraer de estos 2 casos, que, ante cualquier situación,
por muy difícil que parezca, por muy oscuro que veamos el final, tenemos un
Dios todopoderoso que, aunque contemos con los recursos mínimos a nuestro favor,
nos permitirá salir vencedores de cualquier circunstancia o problema.
Nuestro Dios puede darnos la victoria frente a cualquier gigante y puede
sacarnos ilesos del más potente horno de fuego. Sólo debemos tener la seguridad
de que Dios está con nosotros y rechazar toda duda que nos asalte; evitando que
el enemigo controle nuestra mente debemos seguir con nuestra confianza puesta
en Dios. Vayamos a Dios, expongámosle nuestra situación con total humildad y
sinceridad y Él nos dará la clave para derrotar al enemigo.
(Escrito por Sara Cascado, editado por Pastor Gonzalo Sanabria).
Te invito a leer:
Cómo puedo
vencer a través de la fe.
La adoración genera cielos abiertos.
Persevera,
tu milagro está cerca.
-
0 comentarios:
Publicar un comentario